Postre emblemático vienés, perfecto para las tardes otoñales, tiene una larga historia que contar.
Lo probé por primera vez en Salzburgo, junto a otra dulzura irresistible, los
Nocckerln. Servidos en una silenciosa
casa de té, después de visitar una casa bastante modesta donde vivió Mozart.
El
Strudel, aunque su alma sea austriaca, tienen diversos orígenes; la
masa, finísima, es la masa
filo heredada de los turcos, que estuvieron por allí años; las
manzanas fueron añadidas por los húngaros. Pero alcanzó su esplendor en la fastuosa Viena Imperial.

En Austria, las casas o en las
pastelerías el mandato es el mismo: la masa debe trabajarse hasta quedar tan fina, casi traslúcida que permita leer un diario a través de ella.
Las manzanas cortadas en laminas muy delgadas, las pasas embebidas en
ron y hay quienes añaden
avellanas picadas. Se lo disfruta tibio, como
postre o a la hora del té.
Pero este finísimo hojaldre de masa filo – pude comprarse ya hecha en el súper- se presta a infinitas variaciones, dulces o
saladas.
Con la técnica perfecta de Osvaldo Gross, nuestro gran pastelero nos saldrá un Strudel emocionante.
No te dejes de ver "Los clásicos de Gross" todos los días por El Gourmet.