Viennoiseries se llaman en Francia al conjunto de bollos que incluye croissants, pain au chocolat y una serie de otras delicias que se consumen en general en el desayuno o la merienda.
En estas latitudes, especialmente en Argentina y Uruguay se los llama
facturas.
El origen de esta pastelería es vienés. Estos
bollos con forma de media luna nacieron cuando los turcos asediaban Viena en 1683.
Cuenta la historia que una noche los
pasteleros vieneses escucharon los preparativos de los otomanos cuando cavaban túneles para asaltar Viena y avisaron permitiendo rechazar la invasión.
Vencidos los otomanos, el rey Jean III Sobielski le concedió a los pasteleros el privilegio de fabricar un producto que inmortalizara ese momento histórico. Así nació la
croissant, en alusión a la media luna creciente de la bandera turca. Fue la reina María Antonieta quien la introdujo en la corte francesa, en 1770, cuando llegó de Austria.
De
masa hojaldrada muy liviana, elaborada con
manteca, la croissant tuvo su interpretación en estas latitudes:
medialunas, de forma parecida y masa diferente, menos aérea. En versión dulce, con manteca o salada, amasada con grasa, finita y crujiente.
Mis croissants inolvidables: las de los bares en las cercanías del Carrefour Odeon de París.
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