Es un plato emblemático de la cocina del norte de Italia, cuya pasión se extendió al mundo entero.
La calidad de
arroz es fundamental: tiene que ser siempre
Carnaroli o
Arborio, ya que con esta clase se consigue la cremosidad propia del plato. El caldo, en lo posible, debe ser casero y suculento.
Se le agrega oliva, mantequilla, queso parmesano rallado y vino blanco seco o tinto. Sus otros
ingredientes pueden ser variadísimos: hongos frescos, mariscos, vegetales, flores de
zucchini, etc.
Sucede que, al preparar el
risotto, hay que estar al pie del cañón o, mejor dicho, de la olla. El
caldo se añade poco a poco y es un plato que se debe servir en el momento. No se puede recalentar.
Sin embargo, hay algunas soluciones fáciles para no desperdiciar este
platillo elaborado con amor y paciencia:
1. Arancini: especialidad siciliana que consiste en croquetas de arroz -
risotto-, pan rallado, un huevo y queso fresco. En este caso, el azafrán resulta imprescindible.
2. Tortilla: servirlo como una tortilla chata, fina y crocante. Poner el
risotto en una tartera y llevar al horno, hasta que la superficie quede dorada y algo crocante.
3. Relleno: reutilizarlo como relleno de
berenjenas o
zucchinis, al horno, también gratinado con un chorrito de aceite de oliva extra virgen.
4. Torta Genovesa: mezclar el
risotto con espinaca cocida, un huevo, pan rallado y gratinar en el horno. Puede ser en un molde de budín o una tartera.
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