Ravioles, una pasión argentina

Autor Elisabeth Checa
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Se podría decir que Buenos Aires es la ciudad más grande de Italia. De los ancestros inmigrantes heredamos las pastas como dicha cotidiana y los ravioli como lujo familiar dominguero.
Una pasta liviana. Cocida en su punto exacto, rellena con varias opciones y que se acompaña históricamente con estofado de carne: un gran trozo de peceto, ossobuco, cuadril, cortes de carne que soporten una larga cocción. 



Se sirve, con salsas de tomate, bolognesa, pesto, ricota o simplemente, manteca derretida, salvia y cada vez más, sólo con aceite de oliva.
Los rellenos pueden ser diversos: desde el clásico de seso y espinaca, borraja, calabaza, ricota, quesospollo, carne de cordero, de conejo, hongos y hasta papas o batatas.
El planeta raviol es infinito y ni hablar de las otras pastas rellenas como cappeletti (sombrerito, divinos en caldo), tortellini, agnolotti y compañía.
De estas pastas, sus masas y sus rellenos, los Petersen saben. Tanto como las abuelas.
 
 
 
 
 
 
 
 
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