Mensaje en una botella

Bodega Catena Zapata reunió a destacados clientes, importantes chefs, prensa especializada y a Daniel Soldi y familia para lanzar su último Saint Felicien Tributo, en este caso, a Raúl Soldi, el maestro de la cúpula del Teatro Colón, de los frescos de la iglesia de Santa Ana de Glew y de tantas otras obras que forman parte del patrimonio de muchos museos y colecciones del mundo.

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Bodega Catena Zapata reunió a destacados clientes, importantes chefs, prensa especializada y a Daniel Soldi y familia para lanzar su último Saint Felicien Tributo, en este caso, a Raúl Soldi, el maestro de la cúpula del Teatro Colón, de los frescos de la iglesia de Santa Ana de Glew y de tantas otras obras que forman parte del patrimonio de muchos museos y colecciones del mundo.


La línea Saint Felicien está asociada al arte desde sus inicios, cuando se decidió poner en botella la primera cosecha de un vino que tuvo el privilegio de marcar dos hitos fundamentales en la historia de la vitivinicultura nacional: ser el primero que lucía la denominación de Cabernet Sauvignon y, ser el primer vino argentino que incluyó arte en su etiqueta.

Para aquella etiqueta de Saint Felicien Cabernet Sauvignon Cosecha 1969 - el primer vino varietal del país – se convocó a Carlos Alonso que realizó una depurada obra que reflejaba el trabajo y esfuerzo de la vendimia. Recuerdo el fondo ocre y las delicadas líneas del artista, también mendocino.

Toda esta línea sigue contándose entre mis vinos preferidos por su armonía, elegancia y relación calidad precio. Un clásico moderno que siempre me depara sorpresas. Ninguno de ellos es fotocopia, como decía Brascó de los vinos idénticos.

A aquella primera etiqueta y variedad, le siguieron otros diseños y otros vinos. Después se inició la serie “Tributo A” y llegaron los homenajes a Clorindo Testa, al Bicentenario, a Miguel Brascó y ahora a Raúl Soldi. Todos asombrosos, en forma y contenido, mensajes conmovedores en una botella.

El vino elegido esta vez fue un Pinot Noir, cosecha 2013, un reflejo absoluto de lo que canta la etiqueta y su sutileza. La obra “Ausencia”, cuyo original se expuso en la ocasión tiene tanta magia, tanto refinamiento como los aromas desvaídos, terrosos y otoñales del vino que probamos, junto al catering de la gran maestra de todos los cocineros, Beatriz Chomnalez.

Como si esto fuera poco otro artista fue convocado para compartir estos goces: vino especialmente de Francia, el cocinero argentino Mauro Colagreco que cuenta con dos estrellas Michelin en su restaurante de Menton, la Costa Azul y acaba de abrir un restaurante en París, un brillante alumno de Chomnalez. A él también le gustó el vino, por supuesto. La cocina también es un arte. Como el vino, para disfrutar con todos los sentidos.

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