Junto a los espíritus del fin del mundo

Por cuarta vez  estuve, estoy,  en Calafate, este rincón deslumbrante y raro del planeta. En esta ocasión  asistí  a la ExpoWines experiencia,  la sexta organizada por Mariano Spataro propietario de una vinoteca y en restaurante. Con la presencia de vinos argentinos no solo de la Patagonia.

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Por cuarta vez estuve, estoy, en Calafate, este rincón deslumbrante y raro del planeta. En esta ocasión asistí a la ExpoWines experiencia, la sexta organizada por Mariano Spataro propietario de una vinoteca y en restaurante. Con la presencia de vinos argentinos no solo de la Patagonia.


Compartimos con los visitantes amantes del vino, locales y foráneos, un diálogo o una charla de quien escribe y la mejor sommelier de Argentina, Agustina de Alba. Nos divertimos zambulléndonos en una breve historia, evolución y tendencias de la enología patria. El vino no tiene por qué rodearse ni de hermetismos ni de solemnidad, pero la gente quiere saber. La información aumenta el placer. Aquí se toma menos pero mejor en cuanto a la calidad.

Navegar entre iceberg, entre raras esculturas naturales, ante la grandiosidad de los hielos me pareció siempre, una aventura impresionante. Estos raros paisajes, duros y fríos, no cansan jamás. Esta vez tampoco. Como el mar, la pampa o las ciudades amadas.

En esta ocasión fuimos a Estancia Cristina, donde llegamos después de tres horas de navegación por el lago Argentino desde Puerto Banderas, a unos km de Calafate. Un lugar austero, despojado, casi literario, que fuera propiedad de un ex marinero inglés que descubrió la región y su soledad y entusiasmado con lo que soñó como un futuro promisorio se instaló con su familia a principios del siglo pasado .Como todo europeo debe haberse deslumbrado con la inquietante y tremenda desmesura de la Patagonia.

La Estancia funciona ahora como destino turístico de alto nivel. Se puede ir en el día con las excursiones programadas, o alojarse en temporada cuando ofrecen diferentes actividades en torno al glaciar Upsala.

En la estancia almorzamos un delicioso guiso de cordero, omnipresente en todas las comidas, bastante calórico, con un Malbec también patagónico de Familia Shroeder, cada vez mejor.

El día anterior habíamos visitado con mis acompañantes en el centro de Calafate, Maco, un restó algo vanguardista donde probamos un menú de pasos con platos de autor. Lo acompañamos con un Blanc de, el vino firmado por Agustina en complicidad con Juan Pablo Michelini, joven enólogo genial. Y una reliquia, un viva y brillante: un Malbec 1977 de Bodega Weinert, encontrado en la cave del Hotel Posada Los Alamos, entre otros tesoros.

La otra comida nocturna seria en el cálido La Zaina restaurante de Mariano Spataro, con vinos que llevamos de la Expo. Descubrí los curiosos vinos de la Bodega Aniello el Alto Valle de Rio Negro: un raro blanco de Pinot Noir, y un Merlot de diferentes terruños de la región. También comimos los productos regionales, cordero y trucha, con otra enología de Argentina: los vinos biodinámicas de la Bodega mendocina Kontriras; el nuevo Pinot Noir de Colomé , y un Malbec de Alto Cedro, entre otros ricos vinos.

El gran descubrimiento: en Calafate y sus alrededores dos emprendimientos excitantes para los barmen y los amantes de los tragos. . Se trata de destilados perfectos y de gran calidad de identidad. La marca se llama Hemlich, su creador un joven inspirado por las posibilidades de este lejano sur. Tiene una destilería-dulcería instalada en Estancia El Tranquilo. Entre sus productos pude probar una especie de vodka, “Estepvka”, con una hierba que crece en esa desolada estepa, la “ paramela”. También probé un Bloody Mary con un vodka con pimienta y chili, espectacular. Un gin secreto completa la serie. El agua de esta región, la más pura contribuye al milagro.

Otro hito para la coctelería argentina y del mundo: bitters patagónicos solo unas gotas levanta el alma de cualquier trago. Hay de tres tipos. Me impresionaron los de lavanda y, especialmente, el perfumado con cardamomo, esa inquietante especia dulce.

Otros spirits patagónicos que aconsejo probar: el Single Malt cerca del lago Puelo, La Alazana y Chritallino un eau- de- vie de poire, aún mejor que el que probé en Francia. Se elabora en Rio Negro. No se encuentran tan fácilmente pero si en las mejores barras de Buenos Aires, como 878 o Pony Line en el Four Seasons.

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