El juego de las ensaladas puede ser infinito: se trata de armar diferentes texturas y contrapuntos, entre dulce y salado, entre crocanteces y suavidades. Hasta pueden convertirse en liviano plato único.
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Una ensalada tibia de cous cous, con mariscos grillados y condimentada solo con aceite de oliva resulta un plato delicioso que satisface a cualquier hambriento desaforado. El cous cous es ubicuo y muy fácil de incorporar, ya que en todo el mundo se vende el precocido y al que solo se le añade agua hirviendo con el fuego ya apagado hasta que se absorba y los granos queden sueltos. Me resultó perfecta un mediodía de calor agobiante. La acompañé con un blend de variedades blancas, ligero y filoso.
Se pueden experimentar con ensaladas aún más livianas como una de hinojos cortados finísimo y manzanas en láminas, con limón, oliva, sal y pimienta y algunas frutas rojas como arándanos que se añaden al servir.
La conocida ensalada griega también puede ser rauda solución para un mediodía estival. Solo necesita mezclar pepinos cortaditos, tomates ídem, queso de cabra (feta) en cubos, aceitunas negras, condimentada con limón, oliva y tomillo.
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Aún más fresca: rúcula, dados de pomelo rosado pelado en vivo y láminas de queso parmesano o una de melón y pepinos en cubitos, jugo de naranja, sal pimienta y yogur natural con hojas de menta o de albahaca.
Y hasta este mix tropicaloso: papayas y mangos mezclados con palta, jengibre rallado y gotas de Tabasco. Nada mejor para un torrontés del año.
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