Con piedra, agua y arena

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La construcción a cargo de los arquitectos mendocinos Fernando Ragano, Tom Hughes y Eugenia Mora respeta y refleja la identidad del lugar, está integrada a este paisaje , austero y duro. Fue construida con materiales del lugar: piedra de la Finca Piedra Infinita, agua y arena del Rio Tunuyán. Es como una humana prolongación de la cordillera. Y desde lejos, por sus colores grises y terrosos, se confunde con el paisaje natural. En el interior reina la luz, no hace falta luz artificial. El paisaje entra también por los grandes ventanales. Una maravilla en la que los Zuccardi invirtieron 15 millones de dólares.
Como en casi todas las nuevas bodegas, se maneja por gravedad, cuanto menos se traquetee al vino, mejor. La bodega está considerada una extensión del viñedo, el trabajo de la separación de suelos que vienen haciendo desde 2009 tiene continuidad en su interior, es la filosofía de un trabajo, con la menor intervención posible.
Todos los vinos fermentan en vasijas de hormigón desnudo, sin revestimientos y con levaduras indígenas. Para vinos con identidad del terroir, el hormigón, ya sea en huevos o ánforas o vasijas es el material que no solo permite una micro oxigenación a través de los poros, sino que mantienen una mayor estabilidad térmica, no hay cambios bruscos, enemigos del vino.
Los vinos que se elaboran en esta nueva bodega son Zuccardi Q (Malbec y Cabernet Sauvignon), Polígonos del Valle de Uco, Emma y Tito Zuccardi, Concreto –entre mis preferidos- Zuccardi Zeta Zuccardi Aluvional y Zuccardi Fincas . Todos con personalidad única, raros y encendidos. Las variedades plantadas en las fincas propias de Paraje Altamira, la Consulta, San Pablo y Gualtallary muestran nuestra biodiversidad, que los Zuccardi manejan tan bien: Malbec, Bonarda, Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Syrah, Cabernet Franc, Ancellota y Caladoc.
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