Las recetas del mundo ofrecen posibilidades casi infinitas con la carne picada o carne molida, como la llaman en otras cercanas latitudes. Y, además, casi siempre resultan económicas para resolver con gracia nuestras cotidianeidades caseras.
Para los argentinos y uruguayos el
Pastel de Papas es un manjar que remite indefectiblemente a la infancia. Sin embargo, lejos está de ser un invento rioplatense: su antecesor más ilustre es el
Hachis Parmentier, con la pequeña gran diferencia de que la carne picada proviene de restos de carne grillada, ya cocida.
Los
Kebab y los
Keppe,
platillos de Oriente Medio, también se elaboran con carne picada. El
kebab se elabora tradicionalmente con carne de cordero, que se dispone en un pincho y se asa sobre las llamas. Se tiende a confundir mucho este
plato con el
keppe, una albóndiga de carne picada pero cruda.
Los italianos, por su parte, hacen pequeñas
albóndigas que cocinan en salsa de tomate para acompañar las pastas. Los indios elaboran
albóndigas de cordero muy especiadas, acompañadas con zanahorias agridulces, todo a la sartén. Los griegos se especializan en la
Moussaka, un pastel de berenjenas al horno, con carne picada y tomate con bechamel.
La carne picada es ideal para acompañar
rellenos de zapallitos o
zucchinis, cebollas, pimientos y berenjenas. Queda muy bien perfumada con hierbas y mezclada con arroz. Ideas muy mediterráneas que, entreveradas con algunas influencias orientales, solucionan la vida.
Pero volviendo a la
cocina local, una excepción y uno de los mandamientos más importantes: jamás de los jamases preparar las
empanadas con carne picada de la carnicería. La mejor decisión es rellenarlas con una buena carne cortada a cuchillo en casa, con nuestras propias manos.