En momentos de confusiones culinarias, el mundo entero se está deslumbrando ante las auténticas fusiones naturales de Perú:
“Quiero escribir pero me sale espuma”, dijo Vallejos, el gran poeta peruano. Eso me sucede cuando intento trasmitir las vivencias existenciales de Lima, una ciudad que me emociona por tantas razones.
Allí nació mi padre, allí viví un año durante los setenta y allí vuelvo cuando puedo. Tengo recuerdos emocionantes de mis merodeos limeños:
El
Ceviche preparado en el momento en el mercado de Jesús María y el
Ceviche también hecho ante mi vista, pero en la playa, elaborado por humildes pescadores y el cuál devoré con los pies en el agua.
No se quedan afuera los
Anticuchos y los Picarones de los alrededores del estadio, en
Lima. Ni los Tamalitos Verdes que se vociferaban por Miraflores los domingos a la mañana, inolvidables, jamás reencontrados...
En momentos de confusiones culinarias, el mundo entero se está deslumbrando ante estas auténticas fusiones naturales:
La cocina de la costa peruana con la cocina china que dio lugar a la ya tradicional y sabrosísima
cocina chifa. Y la
cocina nikkei, surgida con el aporte de las corrientes inmigratorias japonesas
Estas culinarias, a su vez, se entreveran con otras herencias: la
cocina criolla tiene un origen hispánico con huellas moras y también con legados de la
cocina africana traída por los esclavos como el
Ají de Gallina, plato emblemático.
A todo este entrevero se suman la
cocina prehispánica, con una cantidad infinita de productos, como las
papas -hay 5.000 variedades-, maíces de todos los colores y ajíes que no siempre incendian el paladar, cada uno con su sabor particular.
Ni hablar de la exuberancia de las frutas, la voluptuosidad amazónica y toda la riqueza marítima del Pacifico. En la
cocina peruana reina la sazón, ese inefable. Pues en
Perú se come el mismo plato en los palacios como en los ranchos…
No te pierdas los capítulos estreno de “
Sabor a Perú”. De la mano del
Luis Arévalo, descubrirás más platillos autóctonos de su país natal.