Argentinos en Madrid

Autor Elisabeth Checa
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Los propietarios de Sudestada, Pablo Giudice y Stani Carenzo, mudaron su pequeño restaurante madrileño de cocina del Sudeste asiático a un local más grande y con mejor diseño. Éxito fulminante desde que comenzaron, tanto en el chico como en el grande.

Hace bastante que no visito el Sudestada porteño, tan cerca de mi casa, en Palermo Hollywood, pero lo recomiendo como el mejor/único resto de platos asiáticos, esas fusiones increíbles de las cocina malaya, thai, coreana, etc.

Fui un viernes a la noche al de Madrid, cuando debí comer en un rincón de la barra, repleto. Lleno absoluto. Mejor, pude charlotear con Pablo, ya que Stani estaba en México, y probé algunos platos de la carta y los especiales del día.

Entre lo mejor, la ensalada de lengua de cerdo ibérica con algas wakame, las samosas, esas empanaditas de origen indio rellenas con molleja lechal y un curry ácido de higaditos de pato. El éxtasis en cada sabor, especiados en su justo medida, picantes pero no incendiarios. Texturas, perfumes y sabores inolvidables. La cruza entre los mejores productos hispánicos, como el cerdo ibérico y la posibilidad de conseguir los exotismos que se les ocurran, por la proliferación de comercios y barrios multiétnicos, hacen también al éxito del Sudestada madrileño, nombrado el año pasado el mejor restaurante de Madrid.

Perfecta carta de vinos para combinar con estas culinarias complejas. Los vinos de Jerez, fino y amontillado, servidos por copa, le van muy bien a estas especialidades. En la carta de vinos, inteligentemente diseñada por un experto, Federico Oldenburg, otro sudaca, hay vinos del mundo entero, sin que falten los argentinos, como un tinto de Monteviejo, Jazz. Probé además de los vinos de Jerez un curioso Chenin del Penedes, La Calma. Calma cualquier desasosiego. Cómo me gusta el Chenin, especialmente el francés, y pensar que en Argentina se lo ningunea en vinos comunes y espumantes mediocres.

Los tragos merecen un capitulo aparte. La caipirinha, simplemente espectacular. Otra cosa. Tiene ingredientes secretos que la dotan de un espíritu diferente a las de toda la vida.

Cuando regrese juro probar algunos de los tragos con gin. España es el lugar del gin Tonic en el mundo. Hay más de 100 gin y múltiples variaciones sobre este trago colonial británico.


Otro argentino Diego Cabrera, barman intuitivo y autodidacta, instaló el año pasado el bar de moda, de diseño bizarro y tragos buenísimos, especialmente los de ron, mezcal y tequila: Le Cabrera, Con sus socios se hicieron cargo del bar y restaurante de Casa de las Américas, ese formidable edificio art nouveau con jardín mágico. Un lugar soñado.

En el otro extremo, en una fiesta de perfil bajo para pocos, en lo del rocker Ariel Rot, hermano de Cecilia Roth, e hijo de Dina, talentoso y apasionado, se sirvió un catering de Casa Federica. Federico es el manager de Ariel Rot, trajo a su mamá desde Buenos Aires porque extrañaba, quien no, los sabores de la infancia. Así fue como nació Casa Federica con pocas mesas, cinco, y especialidades de la cocina porteña de la mamma: empanadas, buñuelitos de acelga, milanesas, matambre. Estas ricas modestias las probamos con champagne Jouet Perrier. Un luxe.

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