Syrah, un vino poético

Muchos mitos rodean al origen del Syrah o Shiraz, como se lo llama cada vez más frecuentemente, también en nuestro país.

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Muchos mitos rodean al origen del Syrah o Shiraz, como se lo llama cada vez más frecuentemente, también en nuestro país.


Shiraz era una antigua ciudad persa, una de las historias del origen lo asocian no solo a este exótico sitio sino que parecería que también es el lugar donde vivió el famoso poeta Omar Kayham, quien celebró al vino y su sensualidad en sus poemas.

Otras versiones afirman que fueron los cruzados quienes lo trajeron de Medio Oriente y lo implantaron en el sudoeste de Francia en la zona del Ródano.

Últimas investigaciones aseguran que es un cepaje resultado de una azarosa hibridación entre uvas autóctonas de los Alpes suizos. De allí, fue transportada a Francia, donde se elaboran los grandes Hermitage.

Otro fuerte productor es Australia, donde bajo el nombre Shiraz da vinos muy voluptuosos. Australia impuso la moda Shiraz en el mundo, pero fue paulatinamente olvidado. Ya no reina como el vino por copas que las señoras londinenses apuraban en la barra del pub. Fue reemplazado por el Malbec argentino.

En nuestro país, su nombre y su origen también tuvieron sus vericuetos: se lo llamó Valsemina cuando era producido por la antigua Bodega Santa Ana, pero los historiadores sostienen que el primer Syrah lo elaboró Finca Flichman, con uvas de sus pedregosos suelos de Barrancas, Maipú, perfectos para la variedad.

Quien lo instaló como moda absoluta en a mediados de los ‘90 fue la bodega Finca La Anita.

En Argentina, dos bodegas comenzaron a mezclar la Syrah con uvas blancas (Viognier), con muy buenos resultados, al estilo de los vinos de la Cite Roti. La variedad blanca le otorga frescura al Syrah, lo convierte en más fresco y filoso.

Entre los últimos Syrah que probé muy bien logrados: el de Casarena, de la última cosecha aún sin etiquetar firmado por ese gran enólogo Bernardo Bossi Bonilla. El Gran Syrah de Finca Las Moras, sigue siendo uno de mis preferidos.

Y redescubrí en una reciente degustación, Amado Sur de Trivento, blend de Malbec, Bonarda y Syrah , tinto que enamora por su sensualidad, su fluidez, su carácter tan argentino, tan de este sur amado.

En cuanto a los acuerdos con los platos, depende del estilo: un Syrah joven, sin madera puede acompañar pastas mediterráneas, brochettes de cordero, quesos de cabra o de oveja; un Syrah con más cuerpo merece platos especiados, como curries de cordero o pollo, gigot con hierbas.

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