Sensual Pinot Noir

Esta variedad difícil, base absoluta de los grandes tintos de la Borgoña, es además la uva tinta que interviene, junto al Chardonnay en los vinos base del Champagne. En Argentina se da cada vez mejor.

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Esta variedad difícil, base absoluta de los grandes tintos de la Borgoña, es además la uva tinta que interviene, junto al Chardonnay en los vinos base del Champagne. En Argentina se da cada vez mejor.


Está de moda, pero es una variedad casi desconocida para muchos vineros argentinos, inclusive para quienes alardean de conocedores, aunque la hayan probado infinitas veces, ya que forma parte, vinificada en blanco, de la mayoría de las champañas argentinas. La Pinot Noir es una uva de maduración temprana muy sensible a la podredumbre. La lenta maduración en un clima frío le conviene. La amplitud térmica regiones, noches frías y días muy calurosos es su hábitat ideal.

En general, da varietales livianos de cuerpo pero importantes de paladar, pueden tener bastante alcohol, especialmente si vienen de la región patagónica o del Valle de Uco (más de 15 grados en algunos casos, como Los Pinot Noir de Ernesto Catena Vineyards), sus terruños preferidos, pero casi siempre el alcohol está bien integrado a la estructura del vino. Casi todos los PN probados coinciden en elegancia, con diferentes grados de sutileza. Es la tendencia de los consumidores hartos de los vinos petróleo, vinos para morder que no pueden acompañar casi ningún plato. Se empieza a entender y apreciar la sutileza, y se prefiere a la opulencia de aquellos vinos muy estructurados, de color negro cuco. Ya fueron todavía, aunque el Pinot Noir comienza a ser moda, algunos se desorientan cuando ven un tinto con colores desmayados, un rubí casi grisáceo. Les parece más intrascendente que Malbec, Cabernet Sauvignon y Bonarda, la nueva estrella argentina. Voilá! lo prueban y se apasionan.

En cualquiera de sus estilos, cada Pinot Noir es un universo que no se parece a nada. Inclusive aquellos que malbequean un poco, por algo en Francia, se habla de Borgoña, sin mencionar el protagonismo único de la Pinot Noir, el Borgoña es, simplemente, otra cosa. Hay vinos y hay Borgoñas. Eso sí, nada que ver con los antiguos Borgoñas argentinos, cortes inventados que no incluían a la Pinot Noir. Como los vinos argentinos son naturalmente potentes, el recuerdo de estos ersatz bourgignonne aún reina en el imaginario colectivo de los mayores poco aggiornados como un tinto machazo. En general, estos falsos Borgoñas eran corte de Malbec y Bonarda y hasta Tempranillo, en ese entonces llamada Tempranilla. Y algo de ese carácter más pesado también existió en alguna época en la vera Borgoña, para dotarle de color y estructura se cortaba-no se decía- el Pinot Noir con vinos del Ródano o de Argelia. Se perdía para siempre ese color de rosas muertas que le gustaba a Colette.

Es muy difícil en una cata a ciegas, inclusive para quienes estamos en esto, distinguir un cepaje tinto de otro. Pero no se confunde el Pinot Noir y sus aromas a otoño, metáfora propia que puede compartirse o no. Tierra mojada, hongos, hojarasca, contra un fondo leve de frutas. Estas características de la fineza de la Pinot Noir contra la virilidad del Cabernet Sauvignon, todavía enfrenta a las dos grandes regiones francesas. Borgoña versus Burdeos. Definitivamente los vinos de la Borgoña tienen más sensualidad que lo de Burdeos, en general. Son raros, apasionados.

En Argentina se lo cultiva en zonas frías. El Valle de Uco es uno de los mejores terruños junto a la región patagónica: ese oasis del Alto Valle de Río Negro y la nueva región San Patricio del Chañar en Neuquén.
Del Alto Valle de Río Negro llega el Pinot Noir en sus tres versiones del Marques Piero Incisa Della Rocchetta Chacra 55 y Chacra 32 y Barda. Son entre los mejores Pinot Noir de Argentina. El hombre pertenece a la familia toscana dueña de Sassicaia, uno de los grandes vinos del mundo.

Piero es una gloria por su humor, su onda, su inteligencia y sensibilidad. Como si estuviera de vuelta de muchas cosas. El año pasado obtuvo para su Bodega Chacra y sus viñedos, la certificación biodinámica, el tema lo tiene claro. No es un fundamentalista de la biodinámica. Los vinos, comparto su opinión, son buenos o no lo son. Los suyos lo son, además de biodinámicos, excelentes. Chacra, el nombre de la bodega responde a un concepto del hinduismo pero también a un modo de llamar a los campos agrícolas (y ganaderos) en las zonas patagónicas. Bien por la ambigüedad. Chacra 55 y Chacra 32, remiten a la edad de los viñedos descubiertos por el toscano en el Ato Valle. En varias catas ciegas con Pinot Noir de la Borgoña, cuenta, ganaron a muerte, desconcertaron a los catadores, especialmente el 32, de los viñedos más viejos. No es para menos, tienen una personalidad avasalladora, frescura, potencia y complejidad al mismo tiempo. Eso si, estos dos Pinot Noir malbequean algo, tienen el color intenso, la fruta arrolladora, la sensualidad que suelen tener los buenos vinos argentinos. Barda, su vino menos caro, es otro absoluto varietal Pinot Noir, con toda su tipicidad, un color algo desvaído, complejos aromas minerales y terráqueos, trufas y hongos y no malbequea en absoluto. Bien, ya lo sostenía el gran Raúl de la Mota quien asesoró a la bodega Humberto Canale: el Pinot Noir de la Patagonia no tiene por qué parecerse al de la Borgoña como la negra Sosa no tiene porque parearse a Edith Piaf. Dios las tenga en la gloria.

Otro del Alto Valle a tener en cuenta: el sedoso Marcus de Bodega Humberto Canale que alguna vez fuera elaborado por el mismo enólogo danés de Chacra, Hans Vinding-Diers.

De la otra región patagónica, San Patricio del Chañar, en Neuquén, los excelentes Pinot Noir de Bodega de Fin del Mundo en sus tres líneas: Newen, casi para cotidianeidades, Reserva Pinot Noir y Fin, la nueva línea de Single Vineyards que presento la bodega hace unos meses, el más refinado. Todos se pueden probar en un espacio espectacular para almuerzos, comidas y degustaciones en la barra con tapas acorde, en la calle Honduras y Bonpland, ese magnifico espacio. También de San Patricio del Chañar, el Saurus Barrel Fermented, con color de cosa nueva y el Malma Pinot Noir de la bodega NQN.

En cuanto a los mendocinos, sin dudas elijo los de la Colección Rutini, elaborado por unos de los mejores enólogos de Argentina, Mariano Di Paola, Primus de Salentein y Mariflor 2007 de Michel Rolland, todos con uvas del Valle de Uco. Recientemente, probé un flamante Pinot Noir elaborado por el joven enólogo Gerardo Michelini, de la marca Zorzal, tambien del Valle de Uco. Me sedujo.

Hace dos días llevé para descorchar una botella de un varietal descubierto hace poco, gracias al sommelier de Tegui, el restó de Germán Martitegui: Palo Alto Pinot Noir 2008, con uvas de Tupungato, que me atrapó con flechazo inmediato. En la parrilla barrial, nada sofisticada, cuando vieron que se trataba de un Pinot Noir me acercaron copas del estilo Borgoña, grandes copas con los bordes abiertos diferentes al copón de Burdeos. Tradicionalmente la copa Borgoña es la mejor manera de percibir las sutilezas del Pinot Noir. El dueño de Don Julio, la parrilla en cuestión, sencilla pero con una asombrosa carta de vinos, meca de muchos wine writers foráneos, me dijo que se aprovisionaron de estas copas porque el público pide cada vez más botellas de Pinot Noir. Raro.

Si este Palo Alto me gustó tanto se debe quizás a que responde a la tipicidad que siento en los Pinot Noir de la Borgoña, color endeble y aromas terrosos, alma del PN. Otro Pinot Noir a tener en cuenta, también con uvas de altura es Séptima Noche de Bodega Séptima, en su cosecha 2009 fue criado en barrica de roble francés, mucho mejor que la 2008, en roble americano. Expresivo y más potente que los dos primeros. Aconsejo probar también de la misma zona los de Ernesto Catena Vineyards, especialmente el Pinot Noir de la línea Padrillos, menos caro y más delicado que su Pinot Alma Negra. Y no olvidar los clásicos o casi clásicos: Luigi Bosca Pinot Noir Reserve y el Álamos Pinot Noir, bien borgoñés a un precio lógico. Génesis Pinot Noir de Bianchi, muy bien como el PN cotidiano.

¿Con qué platos acompañar las sutilezas del Pinot Noir? Carnes trémulas, conejo, codornices, hongos, risotti, pastas salseadas levemente, carnes, pollos o pescados cocinados en salsa del mismo vino, como en la Borgoña.







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