La primera vez que probé un pan de brioche fue en París. Fui a una boulangerie buscando algo rico para el desayuno y me aseguraron que volvería por otro. Así fue como, al día siguiente, regresé. Me había resultado delicioso pero además me parecía el acompañamiento ideal para mi café: sabroso y liviano, tan liviano que se deshacía en mi boca.
Enseguida, me pregunté, entonces, a quien le debía semejante exquisitez, quién había sido el creador de esta suave masa. No encontré consenso en las respuestas aunque la más reconocida fue aquella que sostiene su origen en la ciudad francesa de Saint Brieuc, en Bretagne. El nombre de la masa derivaría del gentilicio que reciben los habitantes de esa ciudad, “briochins”.
En un principio, fue parte del menú de los aristócratas para las ocasiones especiales pero con el tiempo se volvió popular y hoy lo encontramos en cualquier lugar de Francia: en una boulangerie, en un puesto al paso, en un food truck o en el mercado. Todos tienen acceso a este delicioso pan que varía su
clásica versión de acuerdo a la región en donde es elaborado. Se trata de una masa suave preparada a base de manteca, harina, sal, huevos, azúcar y levadura de panadería.
Actualmente, los panificados más famosos de
masa brioche son las roscas de reyes, de
pascuas o los tradicionales panes trenzados con crema pastelera. Estos son disfrutados en muchas partes del mundo y elaborados con diferentes rellenos de acuerdo a los gustos de cada región. Así que ya no es necesario viajar a Francia para comer este manjar aunque si puedes, prepara las maletas y no lo dudes. Allí podrás degustar los mejores panes de masa brioche del planeta.