Muñecas bravas

Autor Elisabeth Checa
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 Y establece un divertido e ilustrado diálogo entre las mujeres y el vino a través de la historia.  Un libro suave, inteligente y ameno,  poblado de aromas y sabores, para degustar solas o acompañadas. En general, son las mujeres quienes recorren las góndolas, son más transgresoras, vanguardistas y curiosas que el hombre, tradicionalmente marquista. Se interesa más en la relación platos y vinos, se fija sensatamente en el precio, al comprar o al pedir en el restaurante porque es menos snob. Sabe que no siempre lo más caro es lo mejor. Y, ya sea por razones  culturales, la abuela prehistórica que probaba y olía en la cueva los guisos que cocinaba para el macho cazador  u hormonales, se afirma que las nenas tienen más capacidad para detectar aromas y sabores.

Sí todavía hay algún viril trasnochado que cree que el vino tiene poco que ver con las damas, que lea a Colette o a Safo, grandes hedonistas para quienes el vino era tan importante como el amor.

Felizmente llego la hora: en el día de la mujer, o cualquier día, brindaremos con el vino que se nos cante.spsNos somos fundamentalistas pero si el vino lo elaboró Susana Balbo, Soledad Vargas (Finca La Anita), Paula Borgo de Bodega Séptima, o Marisel Millán, entre otras enólogas, mejor. No somos Sapo de Otro Pozo ni Mosquitas Muertas,  nombre de los notables vinos modernos que elabora Millán.
 

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