Mullu, alimento para los dioses

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Esto es lo que se propone Castro Mendivil quien, el año pasado recibiera en la Embajada de Perú en Buenos Aires, el premio al mejor cocinero peruano en la Argentina. No quiere repeticiones, ni lugares comunes, Está lejos de las banalizaciones. Suma a sus platos chifa y nikkei algunas inspiraciones de autor como el sashimi al vapor en jugo de seco, servido en vaporera de bambú. Todas sus creaciones tienen un razón, una raíz: uña de cangrejo estilo Lung Fu revela la compleja sazón de la cocina cantonesa, los mariscos Matsuei transmiten la frescura nipona marina, el Ceviche Naylamp rinde culto al Dios del mar, entre otros platos, todos probados y muy recomendables.
El nombre quechua, Mullu, de este pequeñísimo bistro-bar peruano en esa curiosa cortada Ricardo Rojas, en Plaza San Martin remite al nombre de un molusco que habita las aguas cálidas de la costa del Pacífico, con un importante poder ceremonial entre la población andina. Este molusco era considerado por estas civilizaciones un elixir para los dioses.
El pisco sour de la barra de Mullu es elixir para nosotros, simples mortales adoradores de la cocina peruana, entre las mejores del mundo.
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