Los otros corchos

Desde el punto de vista del aspecto simbólico del vino, el corcho es irreemplazable. Forma parte de su alma. Pero hay corchos y corchos. Y desde hace unos años existen alternativas interesantes a tener en cuenta.

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Desde el punto de vista del aspecto simbólico del vino, el corcho es irreemplazable. Forma parte de su alma. Pero hay corchos y corchos. Y desde hace unos años existen alternativas interesantes a tener en cuenta.


Hay muchas razones por las que aparecen en grandes bodegas del nuevo mundo alternativas al corcho natural proveniente del alcornoque.

Sucede que el noble alcornoque, está escaseando desde hace tiempo. Siempre habrá los mejores para tapar tesoros de Borgoña, Burdeos, la Toscana o el Duero. También para loas botellas de champagne, que exigen un tratamiento especial.

Para las bodegas de países que no pertenecen al primer mundo, el problema es otro. Se producen vinos cada vez mejores pero los corchos son caros y, muchas veces, mediocres.Sale más un buen corcho que un vino y, finalmente, el goce es más intenso en una copa de vino a un precio posible que un corcho perfecto solo para la contemplación, para recordarnos simplemente, antes de caer en el rincón de los recuerdos muertos, el precio abismal que pagamos por un vino.

Silvia Avagnina y Carlos Catania del INTA, con quienes coincidamos en el disfrute espiritual del corcho están convencidos de que los de plástico o sintéticos, utilizados en Australia, en California y en Argentina, entre otros lugares, tiene la ventaja de ser inerte, puede durar in eternum. Entre corcho mediocre y corcho de plástico, sería aparentemente más sano para el vino, más seguro, éste último. En todo caso se evita ese triste aroma mohoso, irremediable, definitivo y final, por la presencia del TCA (tricloranisol), esa mezcla fatal de cloro, fenoles y hongos.

Todavía, por ser recientes estas investigaciones en cuanto a tapones alternativos, no se sabe lo que sucede con una guarda prolongada. Un corcho largo puede haber estado años, décadas en una botella de Bordeaux, al extraerlo puede estar impecable pero el vino por una razón u otra acorchado.

Otra opción es la screw cup, stelvein o tapa a rosca. Las bodegas Familia Zuccardi, Terrazas y Doña Paula fueron pioneras en utilizarlas en blancos. No es una novedad, fue desarrollada en la década del 50 en Francia. Hace años que bebemos en clase turista de los aviones, la botellita de 350 mililitros, de vinos no especialmente memorables.

Pero el Screw Cap, con una tecnología que supera a la simple tapa a rosca de aquellas botellitas, es otra cosa: una astucia del Nuevo Mundo ya que fue desarrollado para tapar vinos finos de alta gama en Nueva Zelanda y Australia. Según investigaciones del Australian Wine Research Institute, demuestran que no sólo se evita el maléfico sabor acorchado por la contaminación del TCA, sino que han demostrado que este tipo de cierre es más efectivo para la guarda de los vinos a corto y largo plazo ya que excluye el oxigeno, enemigo del vino, y a través de un lento crecimiento en la botella da como resultado el inefable bouquet. Envejecen con gracia. Esta tecnología está seduciendo también a las grandes casa europeas. En el 2004, por ejemplo, André Lurton se convirtió en el primer productor de Burdeos en lanzar un cru Classé con tapa a rosca. Muchos productores de Bordeaux y de Borgoña lo siguieron. Si la tecnología nos depara estos profundos disfrutes del vino sin sustraerle ni un milímetro de su magia, si nos evita la frustración del famoso bouchoné, si los aromas se preservan en toda su exhuberancia, si pueden guardarse en botella para alcanzar ese inefable bouquet que solo da el tiempo de guarda en botella, bienvenido.

Para Robert Parker, el conocido gurú del vino: “...los vinos embotellados con corcho serán una minoría en el 2015,..La Stelvein, la tapa a rosca, se convertirá en la tapa estándar para la mayoría de los vinos del mundo. La única excepción serán los grandes vinos que deben envejecer durante 20 a 30 años y que utilizarán el corcho en primera instancia”.

En todo caso, se impone desechar prejuicios. Un vino bueno, tapado con corcho sintético, o con tapa a rosca, o tapón de cristal, como he visto en España, no significa un ersatz, sino, por el contrario, una posibilidad para aquellos que quieren beber buenos vinos sin vender el alma ni tener que soportar el detestable vaho a trapo húmedo, una de las metáforas del antipático bouchoné.

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