La felicidad en una lata de anchoas

Para conservas, España.  A finales del siglo XIX, un italiano, Giovanni Vella Scaliota, a quien le llegó el rumor que los boquerones del Cantábrico tenían una calidad insuperable, se trasladó a esas costas, exactamente a Santoña para comprobar si la historia era cierta.

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Para conservas, España. A finales del siglo XIX, un italiano, Giovanni Vella Scaliota, a quien le llegó el rumor que los boquerones del Cantábrico tenían una calidad insuperable, se trasladó a esas costas, exactamente a Santoña para comprobar si la historia era cierta.


Vio, olió, probó, miró y decidió iniciar un proceso de conservación: salar la anchoa para que se mantuviese comestible.
Hay muchas anchoas enlatadas en el mundo, pero ninguna supera a las del Cantábrico, por eso ciertas marcas son tan caras. Por supuesto cualquiera sea el origen hay que fijarse que en el envase conste aceite de oliva, en lugar de aceite vegetal, mejor si dicen aceite de oliva extravirgen.
Seis modos de uso
1, Sobre una tostada o trozo de pan fresco para acompañar la manzanilla, la copa de fino o el chato de cerveza en los bares madrileños. Descubrí las mejores en un antiguo bar en una esquina frente a la plaza de Chueca-, en su estado más puro, solas.
2. Mezcladas con alcaparras, aceitunas negras, tomate y ajo, esa briosa salsa del sur de Italia para las pastas secas, la Puttanesca. Cuando se las cocina debe ser un toco y me voy, caso contrario devienen secas y duras.
3. Añadida a la mediterránea ensalada nicoise, junto a chauchas, papas, tomate y atún. Hay diversas fórmulas.
4. Apenas saltadas con ajo y mezcladas con coliflor o bróccoli previamente cocido. Le encantan al Comisario Montalbano.
5. El ossobuco braseado en oliva, ajo y vino blanco, mejora si se añade uno o dos filetes de anchoas deshechos y bastante piel de limón rallada.
6. Añadidas a la mezcla de la salsa para el Vittel Thoné, fetas de carne de ternera, cubiertas por una salsa con base de mayonesa, atún, alcaparras y anchoas. Fue importada a Francia como Vitello Thonato, por Catalina de Medici y su corte gourmet. Y ancló en la reina del Plata, como tantas otras cosas.

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