El hermano elegido

¿Te has puesto a pensar alguna vez cuántos hermanos tienes realmente?

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Seguramente, sean muchos más de los que tus padres te han dado porque reducir los hermanos a aquellos con los que guardamos un vínculo de sangre sería una tontería. Los hermanos también son esas personas que nos acompañan día a día y que son elegidos por nosotros.

Pero ojo, no cualquiera llega a ser nuestro hermano. Nosotros lo elegimos y no dejamos que nadie lo haga en nuestro lugar. Cada uno adopta al que quiere pero todos deben tener una característica en común: ser el mejor en el rol que le hemos asignado. A veces, puede no ser tan bueno pero lo vamos a perdonar. Nadie puede ser el mejor si antes no se equivoca.

También puede suceder que nosotros nos equivoquemos con él. Claro, todos nos equivocamos. Entonces vienen los reproches, las peleas y los pases de facturas atrasados desde años. Pero luego de un rato, se nos vuelve a pasar porque lo más importante no es cuando nos equivocamos sino todos los otros motivos por los cuales nos elegimos.

Esos motivos son inconmensurables y muy difíciles de describir ya que en el camino que vamos transitando pasa todo, la vida, la muerte, la alegría, la tristeza, la excitación y el bajón. Y allí está él, nuestro hermano elegido, el que disfruta o se entristece con nosotros, el que pinta de colores un día de tormenta y el que está siempre al final del túnel por más oscuro que sea.

Arbitrariamente lo llamamos "amigo" pero es mucho más que eso, lo queremos tanto, tanto que la palabra queda chiquita. Es al primero al que le contamos todo sin temer su respuesta, es el que contesta siempre y, que a pesar, de que alguna vez se olvidó de nuestro cumpleaños, está ahí, esperando para armar la fiesta o atajar la caída.

Hermano, amigo, compañero, nunca lo pierdas y acompáñalo tú también en este largo recorrido. Es una de las pocas cosas que elegimos, atesorémoslo para toda la vida.