Comer sano: Cada uno con su librito

Autor El Gourmet
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Decir que me gusta la alimentación “natural y orgánica” puede resultar muy ambiguo y abarcativo y, se sabe, los seres humanos nos sentimos más cómodos poniendo rótulos en todos los órdenes de la vida. Cuanto más marcados son los perímetros de lo que queremos encasillar, más contento está nuestro cerebro porque le permite saber con exactitud matemática qué está adentro y qué está afuera de esa frontera. Ser tibio o moderado tiende a ser relacionado con no tener una postura definida o, como dicen los mal pensados, “querer quedar bien con Dios y con el diablo”. Nada de eso. Para mí no hay nada más saludable que el término medio de las cosas.

En materia de alimentación esto es muy común, sobre todo porque es un tema tan en boga y tan candente que todos ven necesario estar a favor o en contra de algo. Y, como siempre me dijo mi madre, los extremos se tocan. El fundamentalismo del vegano más acérrimo puede ser tan infundado como aquel que está ciegamente en contra de ellos. A la hora de tomar una postura sobre el tema siempre privilegié el ser sincero conmigo mismo. Yo no soy vegano ni vegetariano pero la verdad es que ME ENCANTA ese tipo de comida y considero muy necesario difundirla para que, aquellos que no conciben su alimentación si no es a través de un pedazo de carne, entiendan que hay tantos alimentos a nuestra disposición que sencillamente no tiene sentido quedarnos con unos pocos. Respeto a quienes -por cuestiones de creencia, consideración hacia los animales o salud- eligen o deben consumir alimentos 100% de origen vegetal.

Para ser francos, no tengo los recursos para avalar o afirmar taxativamente si es algo saludable o no, dado que los conceptos en nutrición se encuentran en permanente evolución y yo no soy nutricionista. Pero basta ver otrora verdugos de la salud hoy convertidos en alimentos saludables y, por el contrario, algo tan bíblico como el pan o tan básico como la leche hoy siendo fuertemente cuestionados. Aparentemente, a la hora de definir qué es comer bien, parecería no haber verdades absolutas. Pero también es cierto que todos tenemos, o deberíamos tener, una noción de lo que es comer bien y lo que es comer mal. Parecería que no nos queda otra que, en cierta forma, guiarnos por nuestra intuición y por conocer y registrar qué le hace bien a nuestro cuerpo.

Si tuviera que describir cuál es para mí la forma de alimentarme, y que me gusta trasladar a mi cocina, sería describiendo grupos de alimentos: frutas, verduras, cereales enteros e integrales, lácteos, frutas secas, semillas, legumbres, carnes. Todos en su estado más puro, es decir, lo menos procesados posible y de la mejor calidad. A lo largo de las columnas iremos hablando más en detenimiento sobre qué productos sí consumir, cuáles moderar y cuáles desterrar. Mientras tanto, si quieren visualizar mi “dieta real” con imágenes pueden ver el álbum de comidas 2013 en donde hay fotos sacadas con mi celular malo de ese momento pero que a título ilustrativo cumple el propósito.
Quizás esto tenga que ver con la forma que fui alimentado de más chico, que se profundizó con la vocación por la cocina. Personalmente, prefiero una papa hervida, con un aceite de oliva virgen extra, sal y pimienta negra recién molida, que cualquier snack de kiosco con aceites hidrogenados y retrogusto ácido. Y esto no es una cuestión de mero esnobismo, mucho menos dietas o sibaritismo impostado sino de que tiene que ver con el placer. Una croqueta de pollo congelada inerte sencillamente NO ME TIENTA, no es de mi paladar. Que una croqueta de pollo casera, preparada con un pollo de campo y “aceite de codo” (trabajo) sea más saludable es una excelente noticia extra; pero para mí, que me gusta comer bien, no es la principal.

Y ésa es la mejor forma de concebir y aprehender un hábito saludable porque- cito nuevamente a mi madre- “usted no nació para sufrir”. Ningún hábito saludable puede mantenerse en el tiempo si no nos causa placer. Solamente debemos tener en cuenta algunos aspectos: saber qué comprar, cómo organizar nuestros alimentos, cómo armar nuestra alacena y tener ciertas nociones de cocina que nos permitan obtener buenos resultados. Sobre todo esto nos explayaremos en las próximas notas.

Mientras tanto, les pido que me ayuden a cambiar el término “natural y orgánico” por algún otro que requiera menos explicaciones.

Gracias por leer. ¡Hasta la próxima! @PedroLambertini

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