Cada copa con su vino

Autor El Gourmet
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La elección es fácil, una copa de tallo largo, abombada, transparente y lisa, cristal fino, de las que llaman tipo borgoña o burdeos. Que se cogerá por la base o el tallo para evitar que la temperatura corporal altere la temperatura.

Las copas deben tener sus curvas en los lugares adecuados. El fondo debe ser redondeado para ayudar a airear el vino y dejar que se desarrolle su aroma. La parte superior de la copa debe finalizar en forma cónica hacia el interior para que no se escape la esencia.

El cristal ha de ser transparente y liso para apreciar mejor la calidad, color y brillantez del vino.

Las medidas estandarizadas de una copa es de 5 cm de alto, 10 cm de fondo y 6,5 cm de ancho según marca la ISO (International Standard Organization) a la que respetan a la perfección la cristalería Arom Up de Chef & Sommelier.

Si el vino es añejo o reserva, la copa deberá ser de boca ancha y fondo pequeño. Los vinos más jóvenes precisan un fondo más grande y una boca más cerrada para no perder sus aromas.

Los vinos espumosos y champagnes deben servirse en copas llamadas flauta, altas, delgadas, de fondo pequeño y cónicas en la parte superior. Permiten que el vino no pierda su efervescencia y sus aromas se aposenten.

El vino blanco y tinto pueden servirse en la misma copa, aunque lo ideal es que la copa del vino tinto fuera algo más grande, pues es más complejo y necesita respirar.

A la hora de servir no se debe llenar demasiado una copa, pues el vino precisa de espacio suficiente para respirar y liberar su aroma. Y más aún si es un vino blanco o rosado, consiguiendo que se caliente y pierda todo su brillo.

El vino necesita un trato especial y una copa que sustente todo el trabajo del viticultor.

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