Para comenzar, batimos la manteca con el azúcar y la sal hasta blanquear.
Luego, añadimos los huevos, la ralladura y la esencia de vainilla.
Hacemos una corona con la harina y el polvo para hornear.
Volcamos el batido en el hueco.
Tomamos la masa con ayuda de dos espátulas hasta formar un bollo tierno.
Envolvemos en film y dejamos descansar en frío.
La masa se puede conservar hasta 3 días en la heladera o hasta 30 días en el freezer.
Una vez que la masa ha descansado, estiramos 2/3 de ésta a un espesor de 5 mm y forramos un marco de 20 por 30 cm o una tartera de 26 cm de diámetro. Estiramos el tercio restante para formar la tapa de la tarta.
Para el relleno porteño, tamizamos la ricotta y el queso crema. Le añadimos el azúcar, la ralladura y las claras sin batir.
Luego, rellenamos la tarta. Pincelamos los bordes con huevo batido y tapamos.
Llevamos al horno a una temperatura de 170° C durante 40 a 45 minutos. Dejamos enfriar, damos vuelta y espolvorear con azúcar impalpable.
Para el relleno tradicional italiano, tamizamos la ricotta junto con la crema pastelera y perfumamos con la ralladura de limón. Una vez realizado el relleno, llevamos a cabo el mismo procedimiento que el anterior.