Todo el mar en la sopa

Autor Elisabeth Checa
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Plato de pescadores que al volver cocinaban lo que no habían podido vender. Tiene varias leyendas, la mitología aporta lo suyo: era la sopa con que Venus  adormecía a su marido Vulcano. En todo caso no es plato para ensoñaciones.  El origen de su nombre se debe a la palabra bouillir (hervir), y baisse ( restos). Pura sensualidad, olas del mar en la boca, como toda la expresiva cocina mediterránea.
 
Recuerdo haberla probado junto a Dolli Irigoyen en un anónimo bistró del puerto de Niza. Varios años antes había conocido en Marsella otra versión, según muchos, la más autentica, aunque hay infinitas  interpretaciones.
 
 El mandato principal: deben usarse en su mayoría pecados de roca:  crustáceos como cangrejos, y otros frutos del mar  El mejor aceite de oliva. Azafrán,  tomillo, cascara de naranja seca perfuman este manjar que bien puede  funcionar  como plato único, ya que los pescados y los moluscos se sirven en una fuente aparte, y la sopa en un tazón sobre un trozo de pan casero. Él pan revela su origen popular, aunque existan bouillabaisses tan sofisticadas que incorporan langosta.
 
Los ortodoxos, aseguran que  deben ser pescados de roca pescados con línea, justo antes de la cocción. No somos fundamentalistas, tiramos dentro de  esta gran marmita que nos hará fosforecer de goce y de energía, lo que encontramos. En la pescadería o en el puerto.
 
Si no se acompaña con ese pan casero seco, la marette, como en Marsella, puede hacerse  con croutons de pan frito frotados con ajo. Sus salsitas son inseparables de esta sopa marina: la   la rouille, una salsa picante de  tomate y pimientos  y alioli, la célebre salsa de ajo. Hay quienes añaden queso parmesano. En todo caso resulta esencial que haya varios tipos de pescado, .los más grandes cortados en cortados en trozos. En época de trilla o salmonete, (pescado de roca) las  incorporo enteras a la preparación, congrio y merluza y eventualmente gatuzo, en trozos. Jamás en filetes porque se desarman.
 
Con los buenos productos del Atlántico sur, nuestro mar rebosante de delicias marinas impensadas se pueden preparar bouillabaise que tienen lo suyo, aunque no brillen bajo el sol mediterráneo.
 
Cuando  la probamos con Dolli en Niza la acompañamos  con  un rosé de Provence, perfecto. Los rosados argentinos, como el Amalaya. O el de  Luigi Bosca ( A rose, is a rose), pueden convertirse en feliz compañía.  También cualquier Sauvignon Blanc argentino o chileno que no sobreactúe su tropicalismo. Esta sopa es un  plato indicado para veranos violentos. El Larousse aconseja servir estas sopas con una ensalada de rúcula y tomates secos.
 
 

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