Rico radicchio

Autor Elisabeth Checa
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Pasión itálica, es un casi desconocido en América aunque la inmigración se encargó de revelar su secretos, sus posibilidades y sus usos.


Quien lo descubre no lo abandona sobre todo porque es perfecto para dietas ya que contiene bajísimo nivel calórico. Además, como es rico en agua ayuda a depurar el organismo de toxinas, evita la retención de líquidos, es antioxidante y cuida las neuronas.

Es rico, versátil y tiene look de repollo colorado (pertenece a la misma familia). Como los repollos puede consumirse crudo o cocido y posee un sabor más leve, menos invasivo.

Para ensaladas conviene cortarlo muy finito y puede mezclase con todo tipo de vegetales, condimentados con un buen oliva, jugo de naranja o vinagre. Le queda bien algunos toques dulces como pasas rubias hidratadas o manzanas golden.

Como en sabor tiene cierta afinidad con el kale, símbolo de modernidad, la mezcla funciona. Estas ensaladas aceptan alcaparras, anchoas o aceitunas, además del mejor aceite de oliva extra virgen.

Lo probé en juliana para un risotto, al que añadí portobellos y parmesano. Perfecto.

Como más me gusta el radicchio es a la plancha o sobre las brasas, cortado en mitades, mezclado con ricota, unas gotas de oliva, aceto balsámico y con unas hojas de hierbas frescas.

Cortado en tiras, sarteneado en ajo y aceite de oliva es perfecto para pastas.

Si se lo añade a sopas suculentas, tipo el minestrone, transmite un toque casi exótico.

A la hora de comprarlo hay que tener en cuenta su firmeza, índice de frescura, las hojas plegadas sobre sí mismas y su encendido color entre rojo y violáceo.


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