Perfumado Moscatel de Alejandría

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En todo caso, se me ocurrió que pese su antigüedad es una uva furiosamente moderna. Casi siempre es dulce, pero con una dulzura tan fresca, con tanta fruta, que jamás se puede llegar al empalago. No soy amante de los vinos dulces, pero estos Moscatel recién descubiertos, me pueden.
Dan vinos ligeros y frescos, con un cierto recuerdo del Torrontes, aunque poseen mas sutileza que los Torrontes históricos, antes que se les robara su identidad para hacerlos más exportables. Es claro su origen: una mezcla de uva criolla con Moscatel de Alejandría, ambas traídas por los españoles, que en estas tierras adquirió una personalidad especial.
Recientemente, probé dos ejemplares de blancos elaborados con Moscatel de Alejandría. Me sedujeron ambos, con esa cosa tan leve y especial, esa dulzura que no empalaga, blancos tenuemente dorados y absolutamente seductores. Sobre todo porque acompañaron mis platos caseros del Sudeste asiático y peruanos, fáciles exotismos como un ceviche clásico y un wok de langostinos saltados con lemon grass, jengibre y ananá, como probé en Malasia. Los vinos en cuestión fueron Álamos Moscatel de Alejandría y otro descubierto el año pasado. Durigutti Moscatel de Alejandría. Deliciosos, ricos, frescos. Para regocijarse, bebidos bien fríos, a la hora del aperitivo o terminar una noche esplendorosa. Estos vinos tienen sobre todo el sabor que deben tener: a uva. Exactamente a uva Moscatel. El Torrontes, pese a sus cruzas y evoluciones, tampoco ha perdido jamás ese glorioso aroma a uvas. Y atrás, jazmines y pétalos de rosa, como el Moscatel. Por algo le gustaban a Cleopatra.
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