Fue Sir Walter Raleigh, el pirata devenido almirante de Isabel I, quien trajo las papas del nuevo mundo hasta Irlanda reemplazando para siempre esa alimentación sencilla a base de avena.
Si en esos años difíciles, de fines de la edad media, los irlandeses sobrevivieron fue gracias al tubérculo americano: fuente de hidratos de carbono, minerales y vitamina C. Se convirtió en el cultivo que se adaptó perfectamente a las duras condiciones del clima y suelo.
Papas nuevas hervidas, en leche y
menta y papas de todo tipo (siempre cocinadas con cáscara) participan en la gastronomía popular. Desde los
boxty, cuyo ingrediente principal es papa rallada, en varias formas: tortitas, pan,
puré,
panqueques. Los boxty son similares a las populares
papas rösti suizas que se consumen también en Alemania y los países nórdicos.

Por supuesto, las papas junto a otros vegetales como el
nabo, la
cebolla,
zanahoria y
repollo, intervienen en todos los
guisos a base de
cordero o carne vacuna; como el famoso
Irish Stew, plato nacional.
Cerveza negra y
whiskey irlandés acompañan estos bocados en los pubs o en las grandes cocinas de las casas, lugares de reunión.
El 16 de junio se celebra en
Dublin el
Bloomday, en honor al personaje de la novela Ulises de James Joyce. Ese día la gente sale a la calle, canta, bebe y se reúne jolgoriosamente aunque no hayan leído el el libro de Joyce (casi un héroe nacional).