Budines, disfrutes cotidianos

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Los cítricos son una base ideal: quinotos, mandarinas, limón o naranjas. Solos o mezclados en trozos en la procesadora junto a 3 huevos, una taza de azúcar y una de harina leudante.
El budín de arroz con leche, pasas y frutos secos, cocinado en un molde con azúcar caramelizada es pasión británica, muy fácil de hacer.
La mezcla de zanahorias y jengibre es otra base perfecta para un budín con un toque exótico, va con té especiado como el earl grey.

Entre los budines salados me gustan los de berenjenas previamente asadas y los de zucchine, siempre perfumados con hierbas.
Un budín de carne picada bien especiado, acompañado de chutney de membrillo o de mango; o un budín de pescado que se acompaña con una salsa holandesa sirven como platos únicos poco obvios.
Los escandinavos- probé esta especialidad en Suecia- preparan uno al que llaman blödpudding, cuya base es similar a la de la morcilla y se sirve siempre con una salsa de frutos rojos.
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