El vino en la bolsa

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En general contienen 3 litros, que equivale a cuatro botellas de vino de 750 cm3, el cual por medio de su pico vertedor con canilla permite al consumidor servir el vino sin que el oxigeno ingrese al envase, de esta manera el vino mantiene su calidad y atributos dentro del envase por más de 30 días una vez abierto.
En el interior de la caja se encuentra una bolsa plástica que se contrae a medida que su contenido se vacía, permitiendo que el vino permanezca con el menor contacto posible con el oxígeno. Esta tecnología permite dosificar el consumo reduciendo sobrantes y ayudando a la economía hogareña. También se trata de un envase ecológico dado que genera un 91% menos de desperdicio que la botella de vidrio siendo totalmente reciclable.
By The Glass se llama la caja de la Bodega Las Perdices, de diseño cool. La caja de cartón, en todos los casos, entra perfectamente en la puerta de la heladera.
Genial tener un wine bar en casa por pocos pesos. En Argentina hubo un pionero, la sanjuanina bodega Viña Ona de propietarios franceses. El recurso es apreciado en el exterior, especialmente en los países nórdicos.
Por ahora solo probé el Malbec cosecha 2013 de Viña Las Perdices, con crianza de un año en madera. Un vino que a diez días de abierto mantenía sus bríos, sus frutadas características.
Bienvenidas estas cajas felices: ni deprimentes tetra, ni la damajuana del nono, ni aquellas botellas de 1 litro de vino común. Vinos finos –o finitos como los llamaba Miguel Brascó-al alcance del bolsillo y que mantienen íntegramente su ser sin oxidaciones fuleras.
Buen invento para tiempos de crisis, en mi reciente viaje a España vi estos envases en los bulliciosos bares, con vinos de Rioja, de Ribera del Duero y de otras denominaciones de origen.
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