Un vino con historias

Reapareció el blanco más famoso de las décadas del 60 y 70: Suter etiqueta marrón, de la antigua bodega de San Rafael, ahora en otras manos.

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Reapareció el blanco más famoso de las décadas del 60 y 70: Suter etiqueta marrón, de la antigua bodega de San Rafael, ahora en otras manos.


Era el preferido de las muñecas bravas. Un lujo para sus langostinos con salsa golf o la suprema Maryland, esos platos ahora vintage, lujosos en su momento. Eran platos finos, anti bodegón. Y las muñecas bravas también lo eran. Tuvo fanáticos, después chau, el Suter Etiqueta Marrón fue olvidado como tantas cosas. Aplastado por tintos cada vez más potentes y más sombríos.

Siempre en su botella color ámbar oscuro de Riesling, este blanco el más famoso de la bodega del suizo Otto Suter, fundada en San Rafael en el siglo XIX tiene ahora una renovada imagen en su etiqueta. Y reaparece en un momento histórico en el que aumenta el consumo de los blancos en sus diferentes variedades. Se está aprendiendo a descubrir sus variados matices, sus sutilezas.

Asombroso por su relación calidad precio, por su frescura y sus bríos, por ese carácter apenas untuoso y floral y sobre todo porque es uno de los dos o tres varietales Chenin del mercado argentino. En la botella reaparecida se identifica a la variedad como Pineau de La Loire, otros de sus nombres.

El Chenin es una uva del Loire, dónde se cultiva hace más de mil años. Me ha deparado sorpresas cuando me dediqué a probar viejos ejemplares de Vouvray, una DOC del Loire, en Paris, hace unos meses. No sólo los Chenin dulces de cosecha tardía que siempre se bancan mejor el tiempo, me encontré con Chenin secos y complejos que mantenían su frescura después de 10 años.

En la Argentina, el Chenin fue siempre caballito de batalla, vinificado a la que me importa para vinos de mesa. Todavía sigue formando parte de muchos espumantes patrios. Aunque recuerde, como excepción un Chenin 94 de finca La Anita probado hace pocos años. Estaba fantástico. Lamentablemente, desapareció, los viñedos de Chenin se arrancaron y en su lugar hace ya varios años, plantaron Malbec, mejor negocio. Hace un tiempo probé uno de los últimos ejemplares de Chenin de Finca La Anita cosecha 1994, estaba vivo.

Este año incursioné en otro blanco poco obvio, el Chenin de Roca cosecha 2014, de San Rafael, como el de Suter, en ocasión muy especial, navegando por el lago Puelo con cocineros amigos como Pedro Lambertini y Martín Molteni. Maravilloso regalo dorado y fresco bajo ese deslumbrante sol de otoño patagónico.

En mi casa acompañé esa emblemática botella de Suter con jamón crudo estilo Parma. Me resulto excepcional. Sale menos de 30 pesos y te cuenta una historia o muchas historias.




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