Platos únicos

Unik es un restaurante muy especial del barrio porteño de Palermo Hollywood.  Lo creo y diseño Marcelo Jouliá, arquitecto argentino radicado en Paris donde tiene también locales gastronómicos. Acaba de presentar un menú para tener en cuenta por la calidad del producto y la sutileza de los platos firmados pro el cocinero Maximiliano Rossi.

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Unik es un restaurante muy especial del barrio porteño de Palermo Hollywood. Lo creo y diseño Marcelo Jouliá, arquitecto argentino radicado en Paris donde tiene también locales gastronómicos. Acaba de presentar un menú para tener en cuenta por la calidad del producto y la sutileza de los platos firmados pro el cocinero Maximiliano Rossi.


Estuve hace un par de días con un mínimo grupo de colegas críticos gastronómicos. Lo conocía desde su apertura, fui algunas veces, siempre bueno. Allí probé en una ocasión, platos inolvidables del gran Mauro Colagreco. Hay un estilo en su cocina que ahora bajo el mando de Maximilano Rossi, de perfil bajo y larga trayectoria, redescubro en todo su medido esplendor y calidad indiscutible.

Rossi trabajo años en Barcelona, en restaurantes estrellados. Inspirado por los buenos productos locales tiene una propuesta focalizada en las diferentes ofertas de carnes que ofrece esta Argentina donde manda la biodiversidad.

Su desafío actual radica en lograr una relación directa con pequeños productores que tienen interés en desarrollar huertas orgánicas, crianzas cuidadas y pescas sustentables. Es la tendencia en todo el mundo. La carta conjuga productos de estación con cocciones de carácter autóctono como el ahumado y las brasas.

En 2013 Maximiliano se unió a Unik, que ese mismo año ingresaría al ranking Latin America 50 Best Restaurantes. Y desde fines de 2013 de está a cargo de su cocina.

El primer mediodía cálido de esta primavera fresca probamos sutiles redonditos de ricota, un tiradito de lenguado negro pescado con anzuelo, un tartar de ciervo con una sutil presencia de aceite de sésamo inesperada y sorprendente, y una porcheta de cerdo tiernísima, como para cortar con los ojos.

Personalmente lo que me resulto más rico fuero unos simple espárragos con un sabayón de avellanas. Se sabe, espárragos y huevos es una combinación genial que pese a la fama de estos dos ingredientes de figuritas difíciles para el vino, no alteró su sabor.

El mismo cocinero nos atendió y fue el sommelier, eligió un blanco grandioso y raro: Sauvigno Blanc de altura de RD, Raúl Dávalos de Tacuil, Salta. Y un versátil Pinot Noir de Manos Negras.

Una cocina sensible, sustentable y posible. El menú de mediodía sale solo 200 pesos, hay propuesta de happy hour con tapas delicadas y una carta nocturna donde figuran los platos mencionados y disfrutados.

Una experiencia para tener en cuenta, goces absolutos en un lugar con objetos vintage y una canchera estética de los 60. En Buenos Aires, hay parrillas y mucho más, aunque a veces cuesta descubrirlos o redescubrirlos.

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