Crizia es único en Buenos Aires, por el Oyster bar y por el diseño. Una escenografía emocionante y rara. Allí brillan las ostras y las criaturas del mar
El lugar es increíble, un espacio que va de una calle a la otra, desde la calle Gorriti hasta el Pasaje Soria. Supo ser, en épocas en que Palermo aun no era fashion, como tantos otros sitios transfigurados, un taller mecánico.
La entrada es por Gorriti, al fondo como escenografía se traslucen por el gran ventanal, tres antiguos edificios de Palermo con sus frentes sabiamente iluminados. Tiene algo del look de Sucre, más minimalista. Su mayor encanto reside en la barra donde se sirven ostras crudas o en preparaciones clásicas (aconsejo esas ostras vivas, que se estremecen al contacto con la vinagreta de echalotes o el limón).
Según el propietario Oggero, con experiencia en un clásico lugar para catering, el Ciervo de Oro y stages en fuegos europeos, las ostras no son de criadero, el productor-exclusivo, secreto- las extrae de las rocas cuando la marea se retira, en las costas patagónicas. Por eso la calidad tiene esa firmeza, son poco grasas sin un ápice de la eestructura gelatinosa que pueden tener otro tipo de ostras. Puro mar, devorarlas es como una zambullida en las olas.
Las sirven con aderezos tradicionales, limón o vinagreta de echalottes, gratinadas, fritas y combinadas con langostinos y centollas. Aconsejo, a muerte la primera opción, vivas y brillantes, geniales sobre todo si se acompañan con espumante brut nature o rosé seco como el de Pequeñas Producciones de Escorihuela Gascón.
Hay pescado del día a la parrilla, sutil atún rojo apenas sellado, parrilladas de pescados y mariscos y algunos platos de pasta, risotti y carnes con onda mediterránea y buena presentación.
Los panes, buenos. Lástima que falta ese tradicional acompañante de las ostras vivas en los bar-à-huitres franceses: rebanadas de pan negro untadas con manteca, un must para las ostras crudas.
Buena música y excelente atención, carta de vinos algo breve pero están los que deben estar. Pese al espacio no es un comedero bullicioso, hay sólo setenta cubiertos. Y ninguna flor.
Este invierno 2013, con degustación de vinos de diferentes bodegas convocan a invitados especiales y prensa a un vernissage de diferentes artistas plásticos argentinos. Vernissages ruidosos por la música y la gente, aconsejo directamente pasar a la mesa y disfrutar de esos manduques ricos. En la última ocasión,, con vinos de Escorihuela Gascón, probé un vino diferente: Barbera, variedad italiana que solo tienen Norton, en versión mas cotidiana y Escorihuela. Suculento y elegante al mismo tiempo.