Asado de obra: la tradición de los viernes entre entre vigas y andamios

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Caminar un mediodía de viernes en alguna calle argentina que tenga una obra en construcción es sinónimo de sentir un olor a asado en plena preparación. Sin embargo, este aroma no solo es la huella de una carne a la parrilla: es el resultado de una institución gastronómica tan fundamental en la albañilería como saber mezclar cemento. Estamos hablando del famoso asado de obra.

Llega el fin de la semana y los albañiles se dan un merecido gustito o se premian por alguna meta cumplida después de jornadas de labor demandante. Por eso, los obreros hacen una pausa para almorzar y se preparan para el descanso con el mejor remate: un almuerzo espectacular, sin pretensiones pero bien jugoso y hecho con la pericia de un maestro asador.

Una institución gastronómica

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Si bien la mayoría de los argentinos se consideran expertos a la hora de hacer asado, pocos saben improvisar en contextos sin parrilla mientras lidian con las molestias de climas que no siempre son los más adecuados. 

Así es el asado de obra:  se celebra en las veredas, en patios, entre andamios y en azoteas, al que solo acceden los personajes que pertenecen al universo de la construcción. Si bien en las obras más grandes el asado se hace presente todos los viernes, en las más chicas y con menor presupuesto se realiza una vez cada quince días o, al menos, cuando se bate alguna meta propuesta por el arquitecto o jefe de obra. 

Quién está generalmente a cargo de este minucioso trabajo es el capataz, que comienza a cimentar la parrilla a la par de la misma construcción. Todo surge de la creatividad y la combinación de los conocimientos de quienes participan de la labor obrera: desde plomeros hasta yeseros, electricistas y los mismos albañiles.

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Las claves del asado de obra

Tachos, caballetes y tablas de madera se vuelven mesas, mientras que las lonas protegen los cortes de carne de las intemperies del tiempo. Aunque algunos emplean una parrillita portátil, este elemento clave también suele gestionarse con hierro fundido o remanentes de alambre tejido.

Lo más habitual para llevar a la parrilla es la falda, una de las carnes más baratas y populares, y el asado banderita.

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A veces se suma el costillar y que nunca falten las achuras se complementa con achuras. El chimichurri, eso sí, siempre está presente.

Tan icónico es en Argentina que en la Ciudad de Buenos Aires se hicieron varias competencias para reconocer a la mejor cuadrilla asadora. En el 2018 ganó uno de los equipos más curiosos: el de los trabajadores de la extensión de la Línea E del Subterráneo, que lo prepararon en un túnel, demostrando que cualquier escenario puede convertirse en un lugar perfecto para hacer un asado de obra.

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