La mayonesa revisitada

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Los grandes supermercados me producen vértigo, el mismo que provocan algunos cinco estrellas sin alma y los desmesurados aeropuertos. Como los definiera el filósofo posmoderno francés Marc Augé, son no-lugares.
Mucho más humanos, aquellos almacenes de barrio o los mercados en la calle en cualquier ciudad del mundo. Por tiempo y practicidad no podemos deambular por rincones secretos. Si el cocinero señala la existencia -que ignorábamos- de ciertos productos, como la mayonesa de toda la vida en distintas versiones o da pautas para utilizarlos en fórmulas cancheras, desde la pantalla de elgourmet.com, bienvenido.
Con la mayonesa pasan cosas, en general es adictiva y calórica, pero hete aquí que adictiva puede ser cualquier cosa, hasta la gente. Y hay en las góndolas mayonesas ricas con menos calorías.
A esta antigua salsa emulsionada que según el mito fue inventada por Richelieu cuando tomó a ingleses y prusianos Puerto Mahon, en la isla española de Minorca, en junio de 1756. El y su cocinero fueron los primeros en hacerla. Seguramente se les cortó, algo que no sucede jamás con la industrial, aunque le echen ese perverso mal de ojo, según creencias, la causa de una mayonesa cortada.
Con ají picante para una causa limeña; mezclada con curry y para alivianarla una cucharada de yogur natural, para una ensalada de apio y pollo como comí en Londres; con ajo picado, un alioli instantáneo para acompañar rabas y calamaretti fritos, son algunos de los usos que se me ocurren. Luciano tiene muchos más, con la mayonesa y otros básicos, desde utensilios a latas. Que convierten a la vida en más fácil y placentera.
Aunque los compremos en el súper, ese no-espacio, lo disfrutamos en casa, en verdadero espacio. Son cosas reales para facilitar la vida a gente real.
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