Cercano fin del mundo

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Estuve hace unos días en una segunda inauguración, festiva y farandulera de Experiencias Fin del Mundo, compartiendo con amigos ostras del Atlántico Sur y la última edición del champaña, de un leve rosado por la mayor presencia del Pinot Noir, Una fiesta.
Tuve un deja vú emocionante. La primera versión del champaña de Fin del Mundo, antes que saliera al mercado la probé, creo que en el 2005, en ese mismo hotel de San Martin de los Andes, en el wine bar del Paihuen, con estos chicos-Julio Viola (h) y Pedro Soraire, director de la bodega- ya no tan chicos- de la familia Viola, junto al violinista Alberto Lysi, alojado en el Paihuen que acababa de tocar la Sonata para cello de Cesar Frank. Estas estrellas, tanto como las reales, las del cielo patagónico, quedaron en mi memoria.
Aunque estuve muchas veces en la Bodega, haciendo algunos cortes con Marcelo Miras para los socios del Club del Buen Beber y compartiendo asados con los Viola y a veces con Rolland y pienso volver a sur desmesurado, este espacio me conmovió. Vivo en el barrio de al lado (Palermo Soho), seremos vecinos en los disfrutes de la buenas cosas de la vida, ya que habrá degustaciones, platos del chef Buzzo, charlas, encuentros. El lugar tiene mucho encanto y un diseño arquitecto que remite a las construcciones del sur: muros de piedra rústica, madera.
Por el momento sólo se presta para reuniones privadas o eventos particulares, como restaurante estará en un tiempo abierto al público. La Patagonia me queda a la vuelta de la esquina. Estoy ávida por probar otra vez los varietales Single Vineyards FIN, especialmente el Tannat y el Pinot Noir.
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