Los colonizadores conocieron el tomate en estas tierras americanas, como tantos otras cosas que transformaron la cocina del mundo.
El pueblo Huarpe que habitaba la región de Cuyo, conoció a este vegetal como
tomati. Del otro lado de la Cordillera una preparación muy sencilla, llamada
tomatican se convirtió en emblemático
guiso chileno. En la región de Cuyo se sigue elaborando como especialidad.
La fórmula es simple:
tomates,
cebolla,
pan rallado y
huevos, se ennoblece cuando se usa el buen
aceite de oliva extravirgen mendocino.
Hay platos muy parecidos en otras partes del mundo, a base de pimientos y tomates, ambos de origen precolombino: en España el
pisto manchego, y en el norte de África la
toutchouka argelina que llevan pimientos braseados y confitados, tomates frescos y huevo batido que se incorpora al final.
Pimentón y
comino son las especias que le van a todas estas preparaciones.
En todo caso probé tomaticanes y sus parientes en sus lugares de origen: Mendoza, Madrid y Argel.
A todos les viene bien un
vino rosado, seco y fresco.
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