Comida en el cine: mensajes de amor u odio

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Este es solo un breve recorrido por ciertas películas que me estremecieron el paladar o el alma:
Ejemplo de seducción fatal: las ostras que devora Marisa Berenson ante Ryan O` Neal en Barry Lyndon. Escena de alto voltaje erótico. Un lugar común sobre las ostras y su poder afrodisíaco. Cuestión de fe. La escena es grandiosa.
Gerard Depardieu es Vatel, el chef de Louis XV que se suicida cuando no puede conseguir el pescado para el rey. Algún cocinero contemporáneo estrellados por la Michelin siguió su ejemplo cuando les quitaron una o dos estrellas Michelin.
La pasta que prepara la mamma para Robert de Niro y amigos, mientras un cadáver espera en el baúl del auto (Buenos Muchachos).
Los canolli, pasta del sur de Italia con que envenenan a Eli Wallach en El Padrino. Lástima, son riquísimos, esas especies de crêpes dulces y crocantes.
Lo macarrons de colores, antiguos bocados resucitados por el film Maria Antonieta. Dulzuras de moda.
Los gnocchi amasados morosamente por Angelica Houston (creo que es la actriz), calientan. Otra vez en Buenos Muchachos.
Los cordones de zapatillas que Chaplín paladea con fervor en La Quimera del Oro. Manjar.
La langosta viva que intentan preparar Woody Allen y amante en Annie Hall. Se escapa y deben perseguirla por la cocina, complicidad amorosa, que va mas álla de lo gourmet.
Y por supuesto los barroquismos de” El cocinero, su mujer, el ladrón y su amante”. De Peter Greeneway, comparable al Jardín de las Delicias de El Bosco.
Para reverlas, todas. Alquiladas o descargadas. Con un bocado y una copa a mano.
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