Barrer la heladera

Vuelta de las vacaciones. Hay poco o nada en la heladera. Algunas hojas melancólicas en el cajón de las verduras junto a dos tomates al borde del no ser. En la sección huevos, solo dos esperan tristes , solitarios y finales. ¿Qué hacer? En la alacena no hay mucho más. Nos arreglamos.

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Vuelta de las vacaciones. Hay poco o nada en la heladera. Algunas hojas melancólicas en el cajón de las verduras junto a dos tomates al borde del no ser. En la sección huevos, solo dos esperan tristes , solitarios y finales. ¿Qué hacer? En la alacena no hay mucho más. Nos arreglamos.


Experiencia propia y ajena. Es un desafío, un entrenamiento para la supervivencia cuando ni pensamos recurrir al delivery, ni siquiera cruzar la calle para ir a la parrilla barrial amada. De ningún modo. Queremos estar en casa, con buena muisca y una copa de buen vino que jamás falta. La soledad es un lujo.

En mi caso personal recurro a una fuente de inspiración: las hierbas de mi pequeña terraza, en este momento del año, frondosas y perfumadas. Con esos huevos de la heladera preparo una entrada: huevos duros rellenos de sí mismos, con la yema pisada con oliva, (siempre, eso sí, siempre la botella de este sano elixir), sal y pimienta. Decoro con hojas de albahaca Otra opción: omelette fines herbes, con el perejil y el tomillo de la terraza, agregando dos cucharadas de agua en la mezcla para hacer mas aéreo y un poquitín más abundantes.

Los tomates se prestan a una receta que aprendí de Donato, muy med: se vacían se dejan boca abajo para que pierda su jugo, se saca el interior, se pican hierbas ( las de la terraza), a falta de éstas frescuras pueden ser hierbas secas a condición que no estén fané y descangayadas, sin perfumes. Se mezclan con la pulpa del tomate picada, sal y pimienta y se vuelven a rellenar. Luego, se cubre la superficie con pan rallado y oliva y van al horno unos minutos a gratinarse. Se comen tibios o fríos.

Si en la alacena hay pastas secas , las posibilidades son infinitas: la más austera y más fácil: con ajo, aceite y peperoncini. Otra, hojas de albahaca frescas y oliva, un pesto casi des-construido.

El arroz, el de grano fino, de toda la vida, es un supremo barredor de heladeras si se decide hacer un chaufa. El arroz graneado a la manera peruana, cocido con un poco de ajo. En el wok, se pueden saltear esos restos vegetales que aun no se fosilizaron: cebolla de verdeo y morrón fundamental para el chaufa y el jengibre. Sí, el último jengibre que, a pesar de que sea el más seco y petrificado, espera su destino final en el rincón de los huevos para ser rallado. Todo saltado en el wok, se agrega el arroz y alguna cucharada de salsa de soja. Si alguno de los huevos eludió su destino de rellenarse de sí mismo, puede hacerse una omelette y cortarla fina para añadir al arroz chaufa. Es todo.

Si en lugar de arroz tiene alguna pasta larga, el plato al estilo chifa peruano se llamara tallarín saltado. Los dos platos aceptan otras complejidades en forma de mariscos, chancho, pollo, todo bicho que camina puede ir a parar a estos platos chifa. Pero estamos en la austeridad de la nada. Barriendo lo que queda en la heladera o en la escueta alacena. Somos felices.

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