Tradición y novedad, 12 platos de cocina oriental y 25 etiquetas de vinos boutique. Así es Farid, el nuevo restaurante que brilla en Devoto, Ciudad de Buenos Aires.
Desde afuera, por su discreta presencia — un cartel verde que anuncia su nombre sin ninguna iluminación—, parece como si estuviera cerrado. Sin embargo, cuando uno trasciende la puerta, el panorama es completamente diferente: un interior cálido e íntimo, con espacio para 28 comensales. Farid es el restaurante de comida árabe que se inauguró el mes pasado en Devoto, un barrio que se define como uno de los nuevos polos gastronómicos de la ciudad y, a pocas semanas de este nuevo comienzo, ya hay colas para reservar un lugar.
Una ex carnicería y un proyecto colaborativo
Era una ex carnicería y todavía mantiene sus azulejos blancos intactos, pero con un agregado de color que remite al medio oriente. Al contrario de otros restaurantes que ofrecen este tipo de propuestas, su ambientación no es recargada: minimalista, con plantas, con texturas donde prevalece la madera, velas y un gran jarrón con flores que decora la barra que es, a su vez, una cava. Se lucen las sillas y sillones verde botella, que fueron tapizados de forma artesanal por una de las socias de este emprendimiento. Distintas manos colaboraron para su puesta a punto: suegros, hermanos, amigos, tíos participaron de su armado y decoración. El resultado, sin dudas, es un salón hogareño que invita a quedarse.
Ahora a lo importante: el menú
A diferencia de otros restaurantes tradicionales de comida árabe, que tienen una carta surtida con cientos de propuestas a modo de bodegón, Farid ofrece una cantidad limitadísima de platos. “La propuesta es hacer platos típicos preparados de forma detallista y gourmet, y que los comensales puedan compartirlos y probarlos todos”, nos contó Malcom Farid, uno de los propietarios.
Desde los clásicos babaganoush y hummus hasta las empanadas abiertas lajmayin: aquí se pueden probar las opciones de cualquier rotisería árabe, pero con una preparación extremadamente cuidada y con el ojo puesto en el detalle. Tal vez el paladar porteño no está acostumbrado a estos sabores exóticos, que combinan ingredientes como canela, cayena, cilantro, castañas de cajú acarameladas y distintos condimentos picantes y dulces. Sin embargo, es esta mezcla inesperada y arriesgada lo que hace de este espacio una propuesta innovadora.
La comida es preparada en una cocina extremadamente pequeña, que oficiaba de la cámara frigorífica de lo que fue la ex carnicería donde ahora se encuentra Farid. Solo dos personas dominan este espacio: un chef especialista en este tipo de platos y Malcom, uno de los tres socios. Él no tiene vínculos
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