Vinos blancos, los acuerdos del verano.

Cuando el asfalto se derrite y ese mediodía, imposible pensar en un tinto enjundioso. Los blancos argentinos (los tintos también) son cada vez mejores. Se impone probar algunas variedades poco exploradas.

Por Elisabeth Checa
18 de Diciembre de 2013
Los vinos blancos ligeros y de acento ácido, que no han pasado por madera ( Sauvignon Blanc, Chenin, Torrontés, Verdelho, Viognier), dejan en nariz boca y alma una sensación de ligera frescura. No cansan las papilas. Van bien con pescados blancos, ensaladas y algunos guisos regionales como el locro o la humita de verano. También con cebiches y pescados marinados.

El espectro de los aromas en estos vinos es muy amplio: pasto, cítricos, damascos, mango, ananá, fruta de la pasión, manzanas y flores como el azahar o jazmín (en el Torrontés).

El Sauvignon Blanc y el Viognier van bien con platos que incluyan hierbas frescas, como tomillo, albahaca o romero. Y con aquellos postres que incluyan esas mismas frutas que aparecen en los aromas del vino: ejemplo: un helado de mango con un Sauvignon Blanc muy aromático.

En el caso de los blancos con cuerpo criados en roble, generalmente Chardonnay, con gran estructura tánica, debido a la madera hay que pensar en platos más complejos: un simple pescado grillado no lo soporta. Tampoco pescados con salsa ligeramente agrias, porque convertiría a los vinos en dulzones y pesados. Digamos que la combinación de los taninos de la madera con pescados grasos, es mala idea, convierte en desagradable a todo: al vino y al pobre pescado.

Son vinos delicados de combinar ya que en general tiene bastante contenido alcohólico y sal y alcohol combinados dejan una sensación amarga. Este tipo de blancos andan bien con texturas cremosas, por ejemplo una clásica blanquette de ternera, un risotto con hongos y crustáceos, Salsas condimentadas con estragón, nueces o vainilla pueden hacer resaltar las mejores virtudes de un Chardonnay, criado en barrica., como el Saint Felicien .

En cuanto a los quesos, nada mejor que un queso de cabra de cualquier tipo para un Torrontes o un Sauvignon Blanc. El Chardonnay le va a todos los quesos azules y el Pinot Grigio a los platos con muzarella o burrata.

Con los nuevos Riesling se pueden acompañar los fogaratosos platos del sudeste asiático a base de cerdo, como los de Sudestada o Green Bamboo en el barrioporteño Palermo Hollywood.