Una rosa es una rosa

Gertrude Stein, musa americana merodeadora de Paris y sus genios de los 30, escribió en su poema, Sacred Emiliy: “ a  Rose, is a Rose is a Rose”. Nombrar los objetos para que existan, los objetos y sus asociaciones infinitas. Inspirado en Stein,  la bodega Luigi Bosca acaba de presentar un vino rosado diferente.

Por Elisabeth Checa
15 de Diciembre de 2015
“A Rosé is a Rosé is a Rosé”, así se llama este vino, elaborado como tal, un blend de Pinot Gris y Syrah. Tiene un color leve, translúcido, impresionista. Un rosado grisáceo, frescura, acidez,  sensualidad en los aromas, paladar, por suerte, bien seco.

 Se añade a esta pasión nueva por los vinos rosados que no están solo destinados a damas etéreas. Hasta el más viril prefiere acompañar sus platos con rosados secos, cada uno con una personalidad diferentes, según la variedad, el tiempo que el mosto haya estado en contacto con los hollejos y otras circunstancias de ese milagro llamado vino.

La etiqueta tiene un diseño exquisito. De solo mirar la botella asaltan las ganas.  Arte y sutileza, me recuerda a los vinos de Provence, aunque las uvas, poco que ver.  Otra escritora Colette, tan transgresora como la Stein, hubiera definido el color de este vino como  pétalos de rosas secas de color tenue.

Aparece en el momento justo para tener en cuenta a la hora de las celebraciones. La mágica hora azul del verano, esos largos crepúsculos, para las madrugadas post -fiestas.  Un rosé sofisticado, con bajo contenido alcohólico, para seres sensibles. Los platos del sudeste asiático, como en Sudestada o  tiraditos peruanos como los de La Mar, pueden resultar notables compañías con los langostinos patagónicos, casi crudos, inefables.

Asocio: estamos en el reino de la percepción, el goce y los recuerdos. Hace unos meses probé en Assilah Marruecos, un  vino similar. Elaborado con uva  Cilsault. Pertenece a la categoría de vinos grises. Este vino gris marroquí, de color muy parecido al de Luigi Bosca, tenía una personalidad también similar. Algo literario, se sabe, el vino es el vino y sus circunstancias. Lo compartí  en una terraza de la Medina de Assilah, tan cerca de Tánger y los textos de Bowles, con amigos de origen diverso, madrileños, franceses, suecos e iraquíes. Una noche muy calurosa del último Ramadán. Acompañó un cous cous perfecto, el aire olía a mar y jazmines. El vino supo a gloria.