Olaya, intensos fuegos peruanos
Felizmente volvió José Castro Mendivil, el cocinero que eleva la sazón peruana a altísimos niveles. Va y viene. Por suerte está nuevamente en Buenos Aires, en Olaya de Palermo Holywood y también a cargo del menú del Sipan de Palermo Soho.
Por Elisabeth Checa
2 de Agosto de 2016
Olaya empezó brillante, apagose y ahora renace y reluce iluminado por sus fuegos. No es una metáfora. De los wok de la cocina a la vista surgen fuegos intensos. Un espectáculo que transmite energía. Iluminado también por el regreso de José Castro Mendivil, quien hace unos años nos hizo descubrir la sazón peruana en toda su potencia, en las sencilleces, en las mezclas, las sofisticaciones. Castro es autor de sabores únicos. Así fue en los inicios de Osaka, y sobre todo en el primer Sipan en la calle Paraguay. Después vino Sipan. De Palermo, se ocupó menos, pero instaló un lugar mínimo en Plaza San Martin, Mullu. Por algo José Castro Mendivil es uno de los diez embajadores de la gastronomía peruana en el mundo. Elegido por la Embajada de Perú en Argentina, en el año 2011.
Volvió con todo. En Olaya hay 20 nuevos platos que representan las fusiones, las tradiciones y la biodiversidad del país. El menú fue rediseñado por el popular artista chaqueño Milo Lockett, omnipresente en los murales, junto a fotografías sepias de Olaya, un héroe histórico. Una renovación total, excepto en la carta de vinos que quedo algo corta ante tanta lujuria gourmet.
Castro asombra siempre, revisita la cocina chifa –fusión chino- peruana- y la cocina nikkei, peruano -japonesa. En salza el sabio uso del limón “ En todo” dice. Junto a las fusiones naturales de esta cultura gastronómica peruana, como esa amplia variedad de chaufas, simbólico plato de los chifas, incorpora muchos platos tradicionales de la cocina criolla, como sus célebres empanadas de ají de gallina, el ají de gallina, el lomo salteado, las causas.
Hay que probar las estrellas de la carta, además de los fabulosos ceviches, entre los que se destaca uno tibio. Conocí además el Capchi, clásico plato horneado de la cocina cusqueña, a base de mariscos, queso, ají amarillo y huacatay: el Pachiyu, trucha al vapor, sellada por aceite de ajonjolí y sillao súper caliente. Coronada por unos vegetales chinos salteados y ajos crocantes, entre otras incendiarias creaciones Castro. Todo rico. Para empezar como siempre, el mejor pisco sour, una nube apenas dulce. Entre las nuevas dulzuras algunas buenas ideas como el sashimi de piña con helado de guanábana o el Misti, en honor a su Arequipa: un volcán de té verde y jengibre relleno de una trufa de chocolate y acompañado de helado de maracuyá.
Sostengo que el Torrontés, casi cualquier Torrontés es la compañía perfecta para estas picanteces, refresca estos sabores sin amilanarse. En esta comida nocturna me regocije con ese varietal de Kaiken, perfecto.
Volvió con todo. En Olaya hay 20 nuevos platos que representan las fusiones, las tradiciones y la biodiversidad del país. El menú fue rediseñado por el popular artista chaqueño Milo Lockett, omnipresente en los murales, junto a fotografías sepias de Olaya, un héroe histórico. Una renovación total, excepto en la carta de vinos que quedo algo corta ante tanta lujuria gourmet.
Castro asombra siempre, revisita la cocina chifa –fusión chino- peruana- y la cocina nikkei, peruano -japonesa. En salza el sabio uso del limón “ En todo” dice. Junto a las fusiones naturales de esta cultura gastronómica peruana, como esa amplia variedad de chaufas, simbólico plato de los chifas, incorpora muchos platos tradicionales de la cocina criolla, como sus célebres empanadas de ají de gallina, el ají de gallina, el lomo salteado, las causas.
Hay que probar las estrellas de la carta, además de los fabulosos ceviches, entre los que se destaca uno tibio. Conocí además el Capchi, clásico plato horneado de la cocina cusqueña, a base de mariscos, queso, ají amarillo y huacatay: el Pachiyu, trucha al vapor, sellada por aceite de ajonjolí y sillao súper caliente. Coronada por unos vegetales chinos salteados y ajos crocantes, entre otras incendiarias creaciones Castro. Todo rico. Para empezar como siempre, el mejor pisco sour, una nube apenas dulce. Entre las nuevas dulzuras algunas buenas ideas como el sashimi de piña con helado de guanábana o el Misti, en honor a su Arequipa: un volcán de té verde y jengibre relleno de una trufa de chocolate y acompañado de helado de maracuyá.
Sostengo que el Torrontés, casi cualquier Torrontés es la compañía perfecta para estas picanteces, refresca estos sabores sin amilanarse. En esta comida nocturna me regocije con ese varietal de Kaiken, perfecto.