La Locanda, en su mejor momento
Volví al restaurante de Daniele Pinna, el cocinero sardo bien conocido por sus programas en la pantalla de elgourmet y por haber trabajado con Donato Di Santis.
Por Elisabeth Checa
5 de Junio de 2015
Hacía un par de años que no visitaba La Locanda, en esa callecita del Palermo Chic. La última vez fue cuando inauguró el salón de abajo, junto a la cave bien provista de los mejores vinos nacionales y muchos vinos italianos. La idea del lugar subterráneo fue replicar casi como en un film, la época de la ley seca, la mafia etc. Bien literario y creativo. Allí abajo, el underground resulta el lugar perfecto para comidas íntimas hasta 12 personas.
Probé en aquella ocasión, cosas ricas, caras y raras, como platos elaborados con protagonismo de la trufa. Y me divertí con un Daniele que apareció muy ocasionalmente, atendiendo a sus invitados de la prensa.
Hace solo unos días volví a un local totalmente renovado, ruidoso y exuberante como siempre con un Daniele más contento que nunca, está cambiando la carta y encuentro la propuesta, cada vez mejor. Hay platos de Cerdeña pero también de otras regiones de Italia. La cocina italiana me sigue pareciendo la mejor del mundo.
Ni hablar de los vinos, como ese blanco seco, de baja graduación alcohólica con algo volcánico y marino con el que empezamos la fiesta: Cabirol Alguero, Denominación de origen Controlada, cosecha 2013. Acompañó a la perfección a un carpaccio de pulpo, finísimo, con papas en rodajas casi tranparentes, semicrudas, supongo que con una leve cocción al vapor. Siguieron la fritura de frutos del mar, no mediterráneo, sino los tesoros marinos del Atlántico Sur que Pinna está descubriendo entusiasmado con proveedores patagónicos de pesca artesanal. Hubo unos ravioli perfectos, leve pasta rellena de ricotta, con ragout de conejo y un caldoso y rico risotto con cordero patagónico . De postre los quesos italianos, entre ellos, un espectacular Parmegiano Reggiano. Y en este menú de pasos locos Daniele aparece con el mejor jamón de Parma y con otro, un San Daniele que, según Pinna, San Daniele de la cocina, supera al Parma. La fiestaza estuvo acompañada por otros vinazos, como un tinto de Cerdeña, más complejo con esos raros cepajes, en blend con cabernet Sauvignon y uno de mis vinos italianos preferidos, por exótico: Amarone de Valpolicella, hecho en una región del Véneto que visite donde tuve oportunidad de probar varios vinos de esta DOC, elaborados a base de uva Corvina, con un tratamiento especial, que convierte a las uvas en pasas, sin añadir dulzura.
Daniele tuvo restaurante en Italia, trabajó en Barcelona, Málaga, La Toscana y Cerdeña y abrió este lugar cuando vino en el 2010, acompañado de sus padres que lo ayudaron a montarlo. En su trattoria se come cada vez mejor. Atención: no se puede ir sin reserva, siempre lleno. La tentación de los vinos, quesos y charcuterie italiana, sumada a los platos y a la creatividad del cocinero suma fanáticos.
Probé en aquella ocasión, cosas ricas, caras y raras, como platos elaborados con protagonismo de la trufa. Y me divertí con un Daniele que apareció muy ocasionalmente, atendiendo a sus invitados de la prensa.
Hace solo unos días volví a un local totalmente renovado, ruidoso y exuberante como siempre con un Daniele más contento que nunca, está cambiando la carta y encuentro la propuesta, cada vez mejor. Hay platos de Cerdeña pero también de otras regiones de Italia. La cocina italiana me sigue pareciendo la mejor del mundo.
Ni hablar de los vinos, como ese blanco seco, de baja graduación alcohólica con algo volcánico y marino con el que empezamos la fiesta: Cabirol Alguero, Denominación de origen Controlada, cosecha 2013. Acompañó a la perfección a un carpaccio de pulpo, finísimo, con papas en rodajas casi tranparentes, semicrudas, supongo que con una leve cocción al vapor. Siguieron la fritura de frutos del mar, no mediterráneo, sino los tesoros marinos del Atlántico Sur que Pinna está descubriendo entusiasmado con proveedores patagónicos de pesca artesanal. Hubo unos ravioli perfectos, leve pasta rellena de ricotta, con ragout de conejo y un caldoso y rico risotto con cordero patagónico . De postre los quesos italianos, entre ellos, un espectacular Parmegiano Reggiano. Y en este menú de pasos locos Daniele aparece con el mejor jamón de Parma y con otro, un San Daniele que, según Pinna, San Daniele de la cocina, supera al Parma. La fiestaza estuvo acompañada por otros vinazos, como un tinto de Cerdeña, más complejo con esos raros cepajes, en blend con cabernet Sauvignon y uno de mis vinos italianos preferidos, por exótico: Amarone de Valpolicella, hecho en una región del Véneto que visite donde tuve oportunidad de probar varios vinos de esta DOC, elaborados a base de uva Corvina, con un tratamiento especial, que convierte a las uvas en pasas, sin añadir dulzura.
Daniele tuvo restaurante en Italia, trabajó en Barcelona, Málaga, La Toscana y Cerdeña y abrió este lugar cuando vino en el 2010, acompañado de sus padres que lo ayudaron a montarlo. En su trattoria se come cada vez mejor. Atención: no se puede ir sin reserva, siempre lleno. La tentación de los vinos, quesos y charcuterie italiana, sumada a los platos y a la creatividad del cocinero suma fanáticos.