Homenaje a Miguel Brascó
Nos dejó hace un año, en mayo, del 2014. Trabajé junto a él, en sus revistas, en guías de vinos, en secciones de diarios, en la revista del Teatro Colón, mucho tiempo. Un maestro, mi maestro y el de muchos. Nos juntamos ayer en Bodega López para recordarlo con alegría y brindar con los vinos diseñados por él para Lopez y Finca La Anita. La gran Beatriz Chomnalez acompañó con sus bocados únicos.
Por Elisabeth Checa
28 de Mayo de 2015
Amor por Ravel y Scriabin, también por el Cuchi Leguizamón y Chabuca, los platos peruanos, las ostras, los vinos añejos y las mujeres jóvenes. Tuvo una buena vida y enseñó a muchos a celebrarla, sin esnobismos y siempre con una aguda mirada crítica.
Viajar con Brascó, aunque se tratara de viajes de trabajo periodístico, siempre enriquecía. Tenía una mirada crítica sobre todo. Lo pasaba bien pero no se deslumbraba, como no se deslumbran los dandies.
Fue un hedonista inteligente, sensible, rebosante de sentido del humor. Arbitrario, con esa seducción que solo posee quienes no resbalan ante los lugares comunes de las modas o las tendencias. Muy divertido, jamás se la creyó. Tenía sus pasiones y sus fobias. Como todo el mundo. Solo que sabia describirlas muy bien, en palabras o dibujos.
Fue mi ejemplo, mi meta. Lo conocí en mi más lejana adolescencia como poeta y abogado. Formaba parte de un grupo casi inaccesible de poetas argentinos bastante malditos. Lo redescubrí como poeta, mucho tiempo después de leer sus notas y sus novelas, hace un par de años, cuando recitó un poema salvaje en Mar del Plata.
Entre esos dos momentos hubo muchas otras cosas. En la revista Cuisine & Vins, Brascó reescribía a todo el mundo: a mí, a Rodrigo Fresan, a Caparrós, hasta a Borges. ¿Viste que bien quedó? Decía devolviendo un disquete-era esa época, los disquetes- donde aparecía la nota propia masacrada, mucho más interesante, divertida y rica que su original. Hubo algunos que no soportaron esa puñalada al ego periodístico. Lo extraño, lo extrañamos.
Algunas claves gourmet de Miguel Brascó que mencionó en una última entrevista, claves mínimas que nunca se publicaron.
1. El decanter se usa donde hay residuos secos, borras. Como dice Oscar Caballero “no sé porqué consideran que la borra es innoble”. La borra te da un último sorbo que tiene su gracia. Prefiero agitar bien el vino para despertarlo y para que respire. Le baja inmediatamente un poco de agresividad.
2. Infaltables en la cocina: hierbas y especias en una alacena chica. Y sal de mar.
3. La cocina ideal: grande y amplia que puedan cocinar dos personas sin incomodarse ni toquetearse.
4. Producto preferido: ostras
5. Bebidas preferidas: vino tinto y champagne
6. El mejor viaje gourmet: hace mucho tiempo con Antonio Pulenta, a Paris y a Estcolomo.
Viajar con Brascó, aunque se tratara de viajes de trabajo periodístico, siempre enriquecía. Tenía una mirada crítica sobre todo. Lo pasaba bien pero no se deslumbraba, como no se deslumbran los dandies.
Fue un hedonista inteligente, sensible, rebosante de sentido del humor. Arbitrario, con esa seducción que solo posee quienes no resbalan ante los lugares comunes de las modas o las tendencias. Muy divertido, jamás se la creyó. Tenía sus pasiones y sus fobias. Como todo el mundo. Solo que sabia describirlas muy bien, en palabras o dibujos.
Fue mi ejemplo, mi meta. Lo conocí en mi más lejana adolescencia como poeta y abogado. Formaba parte de un grupo casi inaccesible de poetas argentinos bastante malditos. Lo redescubrí como poeta, mucho tiempo después de leer sus notas y sus novelas, hace un par de años, cuando recitó un poema salvaje en Mar del Plata.
Entre esos dos momentos hubo muchas otras cosas. En la revista Cuisine & Vins, Brascó reescribía a todo el mundo: a mí, a Rodrigo Fresan, a Caparrós, hasta a Borges. ¿Viste que bien quedó? Decía devolviendo un disquete-era esa época, los disquetes- donde aparecía la nota propia masacrada, mucho más interesante, divertida y rica que su original. Hubo algunos que no soportaron esa puñalada al ego periodístico. Lo extraño, lo extrañamos.
Algunas claves gourmet de Miguel Brascó que mencionó en una última entrevista, claves mínimas que nunca se publicaron.
1. El decanter se usa donde hay residuos secos, borras. Como dice Oscar Caballero “no sé porqué consideran que la borra es innoble”. La borra te da un último sorbo que tiene su gracia. Prefiero agitar bien el vino para despertarlo y para que respire. Le baja inmediatamente un poco de agresividad.
2. Infaltables en la cocina: hierbas y especias en una alacena chica. Y sal de mar.
3. La cocina ideal: grande y amplia que puedan cocinar dos personas sin incomodarse ni toquetearse.
4. Producto preferido: ostras
5. Bebidas preferidas: vino tinto y champagne
6. El mejor viaje gourmet: hace mucho tiempo con Antonio Pulenta, a Paris y a Estcolomo.