El vino propio, una atracción fatal
El vino atrae tanto a la farándula como a los industriales farmacéuticos, a los petroleros a los dueños de aeropuertos. Todo el mundo intenta ser bodeguero, algunos lo consiguen otros se dispersan en intentos poco serios.
Por Elisabeth Checa
8 de Septiembre de 2015
Cada vez más vinos, cada vez más bodegas, cada vez más enólogos y técnicos. El vino prolifera, seduce, ejerce una atracción fatal. No me parece serio a ese personaje, que no solo por razones económicas sino de prestigio compra las uvas, alquila un tanque en bodega prestada, deja todo en manos de un enólogo y hasta recurre algún asesor internacional, su intervención personal nula. Ya está listo otro vino idéntico, otro Malbec fotocopia. Pega una etiqueta de diseño con un nombre que puede ser el suyo o no, y ¡listo el vino! El famoso, feliz. Aunque no tenga idea ni le interese el tema.
A veces las cosas no son tan así. Joan Manuel Serrat es un tipo fantástico, cálido, un músico creativo que sigue conmoviendo a multitudes. Hizo su vino en una finca ubicada en la frontera de dos denominaciones de origen catalanas, Priorato y otra región.
Lo presentó en Buenos Aires hace pocos años, exactamente en lo de Dolli Irigoyen. Palermo fue una fiesta con picoteos de cosas ricas en el horno de barro bajo el sol porteño. Recuerdo que ese vino de Serrat acompañaba, sabía bien, un poco duro quizás. Nada especial excepto el hecho que remitía a Serrat.
Por aquí una importante bodega lo distribuyó, no había en ese momento conflictos por la importación. ¿Saben qué pasó con el vino del querido Joan Manuel? Nada, fue olvidado, creo que también por Serrat.
El periodista Jorge Rial presentó con alharaca y la presencia de Michel Rolland, su asesor, incluida ¿Dónde está ese vino lanzado en Aldo's frente a la prensa e invitados especiales? Fue su momento de gloria fugaz. Marcelo Tinelli presentó su vino, al que hay que esperar por los menos un par de años porque está aún duro, con mucha jarana mediática. Fue hace unos meses. No se hablo más. Ejemplos dispersos de estos vinos inventados sin pasión.
El vino no añade ni fama ni glamour. Solo hay que beber y disfrutar ese milagro. Por esta razón, por el goce material que deviene espiritual, me conmovió la presentación el año pasado en ese simpático underground de Aldo Graziani, Bebop, de los vinos de un nuevo emprendimiento: Abremundos se llama la bodega de Pedro Aznar, sí el músico, aquel de Serú Giran, un cálido Dorian Grey emocionado y Marcelo Pelleriti, enólogo especialmente en Monteviejo, con vinos premiados, rockero también él.
Contaron cómo se dio la feliz alianza: un viaje a Mendoza de Aznar, cuando visitó Monteviejo a raíz de la recomendación de un sommelier amigo. Tenía desde hacía un tiempo el berretín vino, ganas nomás de probar y conocer, hubo un flechazo enológico que comenzó con el juego de los assemblages, los blends que el músico hizo junto al enólogo roquero y, palabra va, palabra viene se asociaron para crear Abremundos. Otros mundos para Aznar, un obsesivo según una de sus gurús en Cave, la delicada Maria Barrutia. Lo tomó en serio, y no solo metafóricamente. Los tres vinos presentados, muy bien, desde el Malbec varietal hasta un blend con presencia de Cabernet Franc, Malbec y Syrah se hicieron a partir de las mejores uvas de la región.
Otro músico genial, hacedor también de vinos: Gustavo Santaollalla se asoció con el dúo mendocino Orozco- Barrientos, lanzó un par de vinos a los que algo les faltaba, tiempo seguramente, pero insisten: el año pasado el propio Santaolalla presento un Petit Verdot interesante. Después cantó. Estos artistas no necesitan añadir sobreactuaciones fugaces.
Sí, Gérard Depardieu, Carole Bousquet, Francis Ford Coppola, Sting tienen bodegas en diferentes partes del mundo, es porque a todos estos personajes les apasiona el vino, no lo necesitan.
A veces las cosas no son tan así. Joan Manuel Serrat es un tipo fantástico, cálido, un músico creativo que sigue conmoviendo a multitudes. Hizo su vino en una finca ubicada en la frontera de dos denominaciones de origen catalanas, Priorato y otra región.
Lo presentó en Buenos Aires hace pocos años, exactamente en lo de Dolli Irigoyen. Palermo fue una fiesta con picoteos de cosas ricas en el horno de barro bajo el sol porteño. Recuerdo que ese vino de Serrat acompañaba, sabía bien, un poco duro quizás. Nada especial excepto el hecho que remitía a Serrat.
Por aquí una importante bodega lo distribuyó, no había en ese momento conflictos por la importación. ¿Saben qué pasó con el vino del querido Joan Manuel? Nada, fue olvidado, creo que también por Serrat.
El periodista Jorge Rial presentó con alharaca y la presencia de Michel Rolland, su asesor, incluida ¿Dónde está ese vino lanzado en Aldo's frente a la prensa e invitados especiales? Fue su momento de gloria fugaz. Marcelo Tinelli presentó su vino, al que hay que esperar por los menos un par de años porque está aún duro, con mucha jarana mediática. Fue hace unos meses. No se hablo más. Ejemplos dispersos de estos vinos inventados sin pasión.
El vino no añade ni fama ni glamour. Solo hay que beber y disfrutar ese milagro. Por esta razón, por el goce material que deviene espiritual, me conmovió la presentación el año pasado en ese simpático underground de Aldo Graziani, Bebop, de los vinos de un nuevo emprendimiento: Abremundos se llama la bodega de Pedro Aznar, sí el músico, aquel de Serú Giran, un cálido Dorian Grey emocionado y Marcelo Pelleriti, enólogo especialmente en Monteviejo, con vinos premiados, rockero también él.
Contaron cómo se dio la feliz alianza: un viaje a Mendoza de Aznar, cuando visitó Monteviejo a raíz de la recomendación de un sommelier amigo. Tenía desde hacía un tiempo el berretín vino, ganas nomás de probar y conocer, hubo un flechazo enológico que comenzó con el juego de los assemblages, los blends que el músico hizo junto al enólogo roquero y, palabra va, palabra viene se asociaron para crear Abremundos. Otros mundos para Aznar, un obsesivo según una de sus gurús en Cave, la delicada Maria Barrutia. Lo tomó en serio, y no solo metafóricamente. Los tres vinos presentados, muy bien, desde el Malbec varietal hasta un blend con presencia de Cabernet Franc, Malbec y Syrah se hicieron a partir de las mejores uvas de la región.
Otro músico genial, hacedor también de vinos: Gustavo Santaollalla se asoció con el dúo mendocino Orozco- Barrientos, lanzó un par de vinos a los que algo les faltaba, tiempo seguramente, pero insisten: el año pasado el propio Santaolalla presento un Petit Verdot interesante. Después cantó. Estos artistas no necesitan añadir sobreactuaciones fugaces.
Sí, Gérard Depardieu, Carole Bousquet, Francis Ford Coppola, Sting tienen bodegas en diferentes partes del mundo, es porque a todos estos personajes les apasiona el vino, no lo necesitan.