El juego de la cata
La degustación es un juego de los sentidos, muy divertida cuando se hace a ciegas, porque allí surge una verdad, sin la influencia y el prestigio de una marca, el vino habla por sí mismo. Y ganará, por supuesto, aquel vino que prefiera el catador.
Por Elisabeth Checa
1 de Abril de 2015
Las degustaciones a ciegas, en general son temáticas. Pueden probarse diferentes varietales para tratar de descubrir qué es qué, una hazaña casi imposible si se trata de vinos modernos y parecidos en intensidad y concentración. Un estilo que felizmente está cambiando, varietales del mismo cepaje pero de diferentes regiones, blends de la misma variedad pero de distintos terruños, etcétera.
No se puede probar a ciegas cualquier cosa, no tiene sentido establecer comparaciones entre un tetra y un vino más o menos bueno. Estas son las catas horizontales. Si los vinos no son más de cuatro o cinco, para qué escupir después mirarlo, olerlo y saborearlo, en ese horrible baldecito ad-hoc. El vino aunque algunos expertos lo nieguen cuando dicen que en la garganta no pasa nada, está hecho para beberlo.
Se descubren otras cosas, toca el alma. Cuando en catas profesionales o en concursos se deben probar varios vinos por supuesto no se puede tragar, aunque muchos colegas lo hagan. No por pacata. Sobrevienen la confusión y la mamúa. O el sueño.
No siempre es fácil ni divertido, hay demasiados vinos idénticos, vinos fotocopia, especialmente entre los Malbec. En estos tiempos, resulta interesante catar a los vinos elaborados por enólogos jóvenes que apuestan al suelo. No son vinos idénticos, cada cual tendrá su carácter por las profundas razones del suelo, por sus diferencias.
No se puede probar a ciegas cualquier cosa, no tiene sentido establecer comparaciones entre un tetra y un vino más o menos bueno. Estas son las catas horizontales. Si los vinos no son más de cuatro o cinco, para qué escupir después mirarlo, olerlo y saborearlo, en ese horrible baldecito ad-hoc. El vino aunque algunos expertos lo nieguen cuando dicen que en la garganta no pasa nada, está hecho para beberlo.
Se descubren otras cosas, toca el alma. Cuando en catas profesionales o en concursos se deben probar varios vinos por supuesto no se puede tragar, aunque muchos colegas lo hagan. No por pacata. Sobrevienen la confusión y la mamúa. O el sueño.
No siempre es fácil ni divertido, hay demasiados vinos idénticos, vinos fotocopia, especialmente entre los Malbec. En estos tiempos, resulta interesante catar a los vinos elaborados por enólogos jóvenes que apuestan al suelo. No son vinos idénticos, cada cual tendrá su carácter por las profundas razones del suelo, por sus diferencias.