Cordero lechal, manjar castellano
Madrileños y turistas recorren las rutas atiborradas los fines de semana hasta Segovia y Ávila para deleitarse con el delicioso cordero lechal.
Romanos, árabes y judíos fueron insaciables devoradores de este manjar. El cordero sólo ha sido alimentado con leche de su madre, posee una carne tierna, rosada y perfumada.
En toda Castilla hay hornos especiales para asar el animalito. Están construidos con ladrillos refractarios de adobe o barro y techo en forma de cúpula. Se asa sobre madera encina y sólo la sal y el agua acompañan al corderito en su cocción perfecta.
Los corderos no deben pesar más de seis kilos, se cortan en cuartos o mitades. Importante: jamás un buen asador recalienta esta carne sabrosa ya que pierde sus encantos.
En Madrid he logrado probar en alguna tasca popular las costillitas de este cordero lechal, doradas y crujientes. Delicia absoluta, especialmente si se lo acompaña con algún Tempranillo.
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