Ravioles, una pasión argentina

Especialidad del norte de Italia, dónde aparecieron en el siglo XVI, el mito cuenta que como tantas cosas los trajo Marco Polo de China: los wan tan son los ancestros directos de los ravioli.

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Especialidad del norte de Italia, dónde aparecieron en el siglo XVI, el mito cuenta que como tantas cosas los trajo Marco Polo de China: los wan tan son los ancestros directos de los ravioli.


Se podría decir que Buenos Aires es la ciudad más grande de Italia. De los ancestros inmigrantes heredamos las pastas como dicha cotidiana y los ravioli como lujo familiar dominguero.
Una pasta liviana. Cocida en su punto exacto, rellena con varias opciones y que se acompaña históricamente con estofado de carne: un gran trozo de peceto, ossobuco, cuadril, cortes de carne que soporten una larga cocción.



Se sirve, con salsas de tomate, bolognesa, pesto, ricota o simplemente, manteca derretida, salvia y cada vez más, sólo con aceite de oliva.
Los rellenos pueden ser diversos: desde el clásico de seso y espinaca, borraja, calabaza, ricota, quesos, pollo, carne de cordero, de conejo, hongos y hasta papas o batatas.
El planeta raviol es infinito y ni hablar de las otras pastas rellenas como cappeletti (sombrerito, divinos en caldo), tortellini, agnolotti y compañía.
De estas pastas, sus masas y sus rellenos, los Petersen saben. Tanto como las abuelas.








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