Uvas de seda

Recuerdo haber descubierto la uva Merlot en los lejanos ‘80, cuando recién se empezaba a hablar de varietales en la Argentina. No está de moda, le está sucediendo lo mismo que le pasó a su hermana Syrah en Australia y en el mundo. Me encantan las cosas que no están de moda. La moda es fugaz, efímera y banal.

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Recuerdo haber descubierto la uva Merlot en los lejanos ‘80, cuando recién se empezaba a hablar de varietales en la Argentina. No está de moda, le está sucediendo lo mismo que le pasó a su hermana Syrah en Australia y en el mundo. Me encantan las cosas que no están de moda. La moda es fugaz, efímera y banal.


¿Qué me fascinaba y me sigue fascinando del Merlot, al que conocí de la mano de Don Raúl de la Mota, en la histórica bodega Weinert. Su suavidad, su elegancia, su placentera redondez.
Su misterioso coté noissette, según Rolland. La sutileza que asoma en las piezas de Erik Satie. Sabores y sonidos, según recientes investigaciones, están conectados. Esas virtudes que también percibía aquel famoso cocinero que revolucionó la culinaria argentina, el Gato Dumas, un loco divertido e ilustrado.

Vuelvo a mi romance con el Merlot: una vez descubierto percibí que puede haber varios estilos, bien diferentes. Ahora sé que los más potentes, de color más intenso, con aromas y sabores marcados y expresivos provienen de las alturas mendocinas- valle de Uco- y de las zonas frías patagónicas. Es decir que la amplitud térmica, días cálidos y noches frías es su aliada imbatible.

De Río Negro y de Neuquén llegan notables Merlot patagónicos. Compiten con los grandes Merlot de Mendoza.

Guillermo Barzi Canale, propietario de Bodegas Humberto Canale, histórico establecimiento del Alto Valle me lo dijo infinidad de veces: en este oasis se dan los mejores Merlot de Argentina. Puede comprobarlo, probando toda la gama de los Merlot de la bodega, desde el simple Marcus hasta el opulento pero equilibrado Marcus Gran Reserva, mucho más caro, ambos varietales 100 % Merlot. Otro hito histórico también del Alto Valle: Infinitus Merlot de Fabre Montmayou. Tiene esa calidad sedosa en su textura que debe poseer cualquier Merlot, aromas a frutas secas (higos, almendras) y un recuerdo infinito.

El marqués toscano Piero Incisa Della Rocchetta, dueño de bodegas en Italia y de Sassicaia, uno de los mejores vinos del mundo, elaboró su primer Merlot, Mainqué con la primera cosecha en el 2007. Pocas botellas cuidadas hasta la obsesión en la mínima bodega del Alto Valle de Río Negro, entre General Roca y Villa Regina, donde hasta ahora solo producía Pinot Noir. El vino desgranado a mano en la mínima bodega y, vinificado por gravedad, pasó en barricas francesas 23 meses. En él se reconoce la suavidad, del Merlot con esos lejanos vahos a avellanas que adora Rolland, posee sutileza y refinamiento De este vino, hay poquísimas botellas. Tanto el marqués toscano como su enólogo danés Hans Vindig –Diers son fanáticos de la agricultura biodinámica.

Otro hito entre los Merlot mendocinos: Rutini Merlot, obra magna de Mariano Di Paola y el Angélica Zapata, ambos con un estilo europeo, sin sobreactuaciones New World.

Con muy contadas excepciones, esta uva no se destaca por su capacidad de guarda. Pero si se le añade otra variedad, por ejemplo, una pizca de Cabernet Franc, por ejemplo, como en Saint Emilion o si se lo mezcla con Cabernet Sauvignon, corte clásico bordalés, se siente acompañado, y puede durar mucho más tiempo. Recordar que Petrus, el mejor vino del mundo se elabore solo a base de Merlot.

En esta parte del mundo forma parte de la sagrada trinidad de los clásicos y no tan clásicos blends argentinos, junto al Cabernet Sauvignon y al Malbec.

Como no somos coleccionistas melancólicos, ni queremos vender el alma por un vino al que debemos esperar sentados (o parados), pienso que la mayoría de los Merlot van muy bien para goces inmediatos con platos acordes. ¿Cuáles son? me gustan con pastas con salsa bolognesa, con risotti con hongos y un toque del mismo vino, con carnes poco grasas vuelta y vuelta, por ejemplo los históricos saltimbocca a la romana, bifecitos con salvia y jamón crudo.

Algunos platos olvidados como hígado a la veneciana, con cebollas y salvia o una polenta con ragout de carne. Con pollos crocantes al horno o a la cacerola, como el clásico pollo marroquí con azafrán y aceitunas. El conejo guisado, en cualquier forma es buena compañía para cualquier tipo de Merlot. Y las frágiles codornices en cualquier forma.

En cuanto a los quesos, pese a que muchos sostienen que los quesos de pasta blanda solo van bien con blancos, me encanta la complicidad que establece un Merlot no demasiado opulento con un brie o un camembert.

Me cuentan que hay una vuelta del Merlot en los wine bar de NY. Las modas pasan y vuelven, No importa. Los conocedores, sin embargo, reconocen las virtudes de la variedad y se mantienen fieles a su elegancia, su sutileza. Por mi parte, sigo merloteando, mientras escucho al Erik.


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