Los argentinos somos unos amargos

Por algo la mano de Dios se le adjudicó a Maradona y no a un tipo cualquiera de otra nacionalidad. Ningún otro mortal merecía el apoyo de Dios más que un Argentino y eso lo saben todos.O al menos es lo que nosotros queremos creer.

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Por algo la mano de Dios se le adjudicó a Maradona y no a un tipo cualquiera de otra nacionalidad. Ningún otro mortal merecía el apoyo de Dios más que un Argentino y eso lo saben todos. O al menos es lo que nosotros queremos creer.


Si nos detenemos por un par de segundos a pensar ¿por qué es que la Argentina no desapareció del planeta teniendo a la sociedad irresponsable que tiene? ... La respuesta será: Gracias a Dios.

Porque mientras hay países donde mueren miles y miles de personas por huracanes, tornados, inundaciones, tsunamis, bombas nucleares y ataques alienígenas (especialmente en la isla de Manhattan), acá Dios nos quiere y nos cuida y no pasa una inundación de 30cm de agua por una lluvia fuerte en los barrios Bajo Belgrano, Pompeya o La Plata. Sí, para nosotros es gravísimo, pero si lo vemos a nivel mundial, la venimos safando...

Pero, ¿cuál es el motivo de Dios para querernos?

El motivo es que los argentinos inventamos absolutamente todo. Cualquier cosa fue inventada acá. Somos los reyes del mate, del tango, del dulce de leche, de la birome, del colectivo, de los patacones, de los parripollos, del paddle, del chimichurri, del Fernet, de la sobremesa, del truco, del... ¡PARÁ! ¿DEL FERNET?...

Sí... Parece ser que por tener el mayor consumo de Fernet per cápita en el mundo, los argentinos ya nos sentimos los dueños de la bebida y caminamos felices con nuestro vaso negro y su espuma color Camel para los obsesivos, beige para los oligarcas y marrón para los peronistas.

Lo nuevo de todo esto es que primero empezó siendo sólo Fernet con Coca Cola y ahora se incluyeron otras bebidas amargas como el Campari, el Jägermeister y el Cynar.

Será que los jóvenes necesitan parecerse a los grandes; o que la nueva moda Hipster New Cool Vintage (?) te lleva a probar las bebidas que estaban enterradas en el olvido, como la Hesperidina, el Pineral o la Hierro-Quina...

Más allá del análisis filosófico de la sociedad que ya sabemos que tiene el cerebro completamente quemado de tanto Rivotril los números dicen que el consumo varió mucho.

Me parece perfecto que el público consumidor de bebidas alcohólicas haya migrado de la básica cerveza Quilmes hacia cervezas artesanales como las Otro Mundo, Antares o Gambrinus. Hace 20 años casi no había consumo de vino entre los jóvenes Sub30, y ahora hasta hay un jurado que cata que evalúa a los mejores exponentes de cada bodega formado por niños que recién ayer destetaron de la madre para seguir con el biberón de uva.

Con la coctelería pasó lo mismo.

Lo más loco que podías pedirte en la "era del Emperador Carlos Menem" era un Orgasmo de Pitufo, un Pantera Rosa o un Nafta Súper, tragos que rosaban la mediocridad del paladar de los consumidores. Admito haber consumido esos venenos que servían más para encender un motor de un Turismo Carretera o para curar heridas en la guerra.

Pero de a poco se giró al clásico Destornillador (siempre hecho con vodkas aptos para la limpieza y desinfección de baños), el Bellini con pulpa de durazno el lata y hasta la mezcla fatal de cerveza con whisky. Casi fue un paso en falso, pero lo que se vino después fue muy interesante.

e repente hay pibes que piden un Spritz (Campari, vino blanco seco y tónica, entre todas las variantes para hacerlo) porque conocieron la bebida en sus viajes por el norte de Italia o algún trastornado (como yo) les contó que el trago está buenísimo. Es muy lindo pararse frente a la barra y ver como sirven un Jägermeister con jugo de naranja, un Tom Collins o su primo Juan Collins, o escuchás las palabras mágicas: Cynar Julep y te sentís en un primer mundo etílico digno James Bond y su clásico Martini.

¿Qué nos está llevando a consumir bebidas con alto contenido de amargor en su elaboración? ¿Qué bichito lindo nos está picando que tomamos más Fernet que Daikiri de Mango? ¿Qué nos pasó como sociedad para que decidamos empezar a exigir calidad?

La verdad, no sé. Pero esta nueva tendencia me gusta

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